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3.500 Millones
Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

Buenos cuentos sobre el derecho a la salud

Esta es sin duda una campaña excepcional, por su belleza y por su integridad. Al conocerla pedimos a laFundaciónAnesvadque nos hablara de como la habían concebido. Hoy nos la explica su directora de Comunicación ExternaPilar Matías Gurrea. No dejen de ver los maravillosos vídeos al final de la entrada.

María es una niña boliviana de ocho años que aprendió algo tan “obvio” como que lavarse las manos, o hervir el agua antes de beberla, podía evitar enfermedades que, en un municipio como Torotoro, de muy difícil acceso y situado a 2.800 metros de altitud pueden ocasionarle la muerte.

Azankpo descubrió que la úlcera de Buruli no es un castigo de los dioses por haber sido malo, sino una enfermedad que puede tratarse e, incluso, detectarse fácilmente, evitando así buena parte de los casos de discapacidades graves que anualmente afectaban al poblado de Lalo, en Benín.

Lesiones graves, ocasionadas por una enfermedad sobre la que no resulta rentable investigar. Rebecca es una joven ghanesa que se dio cuenta de que las aproximadamente 3.000 muertes anuales de madres y bebés durante el embarazo y el parto no son algo natural, tal como ella había asumido siempre en su comunidad, Akatsi, sino que se pueden evitar con la adecuada formación y coordinación.

Son tres ejemplos muy sencillos de lo que significa trabajar el acceso a la salud desde una perspectiva de derechos humanos. Desde un enfoque en el que el ser humano pasa de ser un objeto de necesidades que deben ser cubiertas, a un sujeto de derechos con capacidades para ejercerlos. Que no entiende la cooperación como una simple provisión de insumos y fondos, sino como una toma de conciencia de la propia dignidad y del derecho a reclamar derechos, a través de la información y la formación. Entendiendo que, sin salud, no hay desarrollo posible. Porque defender el derecho a la salud no es solo garantizar la asistencia médica, sino que supone trabajar aspectos básicos como son una adecuada nutrición, un agua limpia, o un lugar digno en el que resguardarse en un entorno saludable.

No es fácil comunicar estas ideas en tiempos de crisis. No es fácil persuadir a la gente de la necesidad de que nos ayude a apoyar causas como esta. Es duro trasladar la idea compleja de que la vulneración de derechos en el Sur no es un hecho aislado sin ninguna relación con nuestra realidad, sino que desencadena acontecimientos que repercuten a la larga en nuestra calidad de vida, porque los derechos son universales. Porque entendemos que la defensa del derecho a la salud, en nuestro caso, debe ser vista como una reivindicación global. Como una inversión que ayude a ahorrar millones de euros en gasto médico y farmacéutico en un mundo cada vez más interdependiente. Porque si excluimos a los países del Sur del acceso a la salud, lastraremos el desarrollo sostenible de todo el planeta.

Pero lejos de resignarnos ante la idea de que no son tiempos propicios para la solidaridad, lo que hacemos es intentar buscar otras formas de comunicar nuestra causa. Sería muy fácil caer en mensajes victimistas que muestren el miedo, la miseria y la muerte, pero ya tenemos suficiente miedo en nuestro entorno más cercano y, además, estaríamos perdiendo toda la riqueza de nuestras intervenciones. Estaríamos pasando por alto que lo más importante aquí no es transferir una ayuda económica, sino ayudar a empoderar para que las personas sean protagonistas de los cambios y de las transformaciones a mejor.

Es el ejercicio que hacemos en historiasconderecho.org. En un tono optimista, que muestre el problema, pero también las posibles soluciones puestas en marcha desde las mismas comunidades, con la necesaria capacitación y toma de conciencia de los propios derechos y capacidades. Y que muestre, también, los resultados que vamos alcanzando. Todo ello sin llevarnos a engaños, ya que los proyectos que mostramos no solucionan los problemas integrales, pero lo que sí hacen es abrir caminos de esperanza.

Que nuestros gobiernos se empecinen en mantener vivo un sistema injusto, que genera cada vez más pobreza y que quiebra recurrentemente no debe hacernos perder la esperanza. Tiene que impulsarnos a buscar fórmulas, ya que está en juego mucho más que la sostenibilidad de una organización, o de determinados proyectos concretos. Lo que está en juego es nuestra propia existencia como titulares de derechos. Están en juego nuestros derechos mismos, idénticos aquí, que allá.

Los forzudos de Torotoro

Comentarios

felicitaciones !!!! pero me encantaría que se publicaran los nombres del equipo que filmó tan estupendos vídeos.Reitero mis felicitaciones !!!!
que grandes, me ha llegado !!
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que grandes, me ha llegado !!
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