Dos cuotas y tres bofetadas
España pierde peso en las instituciones europeas
El caso del Banco Central Europeo (BCE) demuestra que en la Unión Europea, al menos en lo tocante al sector financiero, hay dos tipos de cuotas que no se respetan. La primera es la territorial. Hasta ahora, sobre la base de un pacto tácito, los cuatro grandes países de la eurozona (Alemania, Francia, Italia y España) tenían un representante en el consejo ejecutivo del BCE. Ese pacto se acaba de romper con el nombramiento del luxemburgués Yves Mersch, el candidato favorito de Berlín para sustituir al español José Manuel González-Páramo.
En un club en el que las cuotas territoriales son sagradas, poco ha importado que Mersch provenga de un país de apenas medio millón de habitantes. Tampoco ha importado que España haya intentado bloquear su designación en el Consejo Europeo, lo que da idea cabal del peso de España en la UE, a pesar de que en poco tiempo pase a ser contribuyente neto de la Unión. Dejar de ser perceptor de ayudas es una desgracia, tal como están las finanzas españolas, pero ese cambio de estado suele otorgar mayor poder de decisión en el seno de la UE. Se ve que los socios europeos prefieren esperar a que ese cambio sea real.
La entrada de Mersch en el núcleo duro del BCE es una triple bofetada para España. Primero porque Alemania tumbó la propuesta de Madrid de nombrar a Antonio Sáinz de Vicuña, un abogado del Estado y no un especialista en política monetaria. Segundo, porque el luxemburgués es, como los alemanes, un defensor de la ortodoxia monetaria, si bien el camino para España en esta crisis ya está trazado. Tercero, porque la entrada de Mersch ahonda en la irrelevancia de España, que acaba de quedarse sin otro cargo al que aspiraba: la dirección del fondo de rescate europeo o Mecanismo Europeo de Estabilidad.
Hay una segunda cuota, la femenina, que la Unión Europea ha desestimado por completo en este asunto. El Parlamento Europeo, cuya opinión no es vinculante, votó en contra del luxemburgués para llamar la atención sobre el hecho de que no haya una sola mujer en la cúpula del banco. Ahí, ni siquiera la derrotada España intentó revertir esa realidad tan unívoca y masculina.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.