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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Hay responsables

El Ayuntamiento ha dejado que Madrid Arena funcionara sin subsanar problemas de seguridad

No solo la muerte de cuatro adolescentes representa una tragedia, sino que es lamentable que haya de producirse para empezar a enterarse de las condiciones en que funcionaba el estadio Madrid Arena, que ha acogido cientos de eventos durante un decenio. Dos años y medio atrás, técnicos del Ayuntamiento de Madrid detectaron fallos que le impidieron obtener la licencia de funcionamiento pedida por la empresa municipal que lo gestiona, en la época en que el alcalde era Alberto Ruiz-Gallardón. Se señalaba la insuficiencia de los pasillos de evacuación y la necesidad de construir otro acceso exterior en la parte opuesta al único existente. Que las muertes del 1 de noviembre se produjeran en el embotellamiento formado en un pasillo —por descontrol sobre el aforo, por lanzamiento de bengalas o por varias circunstancias combinadas— indica hasta qué punto habría sido necesario subsanar esa deficiencia, junto con otras señaladas respecto a la falta de preparación del recinto frente a los riesgos de incendio.

Ese informe, emitido por el Área de Urbanismo en marzo de 2010, se había pedido con vistas a la privatización del edificio. No se vendió, y las deficiencias tampoco fueron subsanadas. Estos datos asombrosos parecen haber sido la causa, paradójicamente, de que Madrid Arena haya funcionado sin licencia. Cualquier aspirante a instalar un negocio precisa cumplir con toda la normativa para obtener licencia, pero el Ayuntamiento madrileño considera que no la necesita para sus propias instalaciones, al amparo de una interpretación de la Ley del Suelo de la Comunidad de Madrid. Para el equipo de la actual alcaldesa, Ana Botella, al Madrid Arena le bastaba cumplir con la legislación existente en 2001, el año de su construcción, y no se adaptó a normas posteriores más exigentes porque, de hacerlo, sería necesario demoler “la mitad” de los edificios. Otra afirmación en sí misma francamente intranquilizadora.

La alcaldesa aporta ahora, como solución, prohibir todos los eventos en los que el público no esté sentado. Contradictorio con lo que se lee en el informe aludido de 2010, donde se dice que el despliegue de gradas en la pista bloquearía casi todas las salidas de evacuación del Madrid Arena. En caso de emergencia, el público habría de saltar por encima de los asientos hacia los pisos superiores, porque los pasillos entre butacas tampoco respetan las normas.

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La justicia dirá la última palabra. Pero hay una cuestión previa: cuando los ciudadanos acuden a actos multitudinarios, lo hacen en la confianza de que se celebran en condiciones razonablemente seguras. El Ayuntamiento no puede escamotear la explicación sobre los motivos por los que no se atendieron las deficiencias encontradas, y los que llevaron a autorizar la reciente macrofiesta sin extremar las condiciones de seguridad. Si las autoridades no se preocupan ante todo de garantizarlas, ¿para qué están?

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