Ciencia para la supervivencia
El 1 de noviembre de 1755, bajo el océano Atlántico, se generó un terremoto de magnitud comparable al que asoló Japón el año pasado. En la historia pasaría a conocerse como terremoto de Lisboa, por haber destruido esa ciudad, entonces capital de todo un imperio. Este temblor y el tsunami que lo siguió causaron decenas de miles de víctimas mortales en España y Portugal, y terribles pérdidas económicas que hacen empequeñecer la presente crisis (para el país luso se estiman entre un tercio y la mitad de su producto interior bruto anual de la época). La supervivencia y el bienestar de las futuras generaciones en España dependerán de cómo hoy seamos capaces de investigar, prevenir y educar sobre riesgos naturales. Viendo la reducción del contenido científico, en especial sobre geología, en el anteproyecto del nuevo bachillerato, me pregunto cómo podremos preparar a nuestros hijos para hacer frente a tales retos.— Álvaro González.
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