El lobo en Asturias
Un lector, Juan Riera, remite un largo texto en el que manifiesta su desacuerdo con el tratamiento dado en la noticia Asturias permite la caza de más de 80 lobos, sobre el plan anual de control de la especie que prevé la eliminación de los ejemplares que aparezcan en zonas donde no existe en la actualidad.
Una primera queja se centra en la extensión de los argumentos que se publican de dos organizaciones que defienden posiciones discrepantes en este conflicto, la Asociación para la Conservación y Estudio del Lobo Ibérico y la Coordinadora de Agricultores y Ganaderos. En primer lugar, aunque el lobo afecta fundamentalmente a la ganadería extensiva de ganado menor, es decir, cabra y oveja, la periodista no se preocupa de buscar la opinión de los afectados por la extensión de las poblaciones de lobo en Asturias. El lector cita a dos expertos conservacionistas que son favorables a limitar la extensión del lobo debido a su incompatibilidad con la ganadería de ganado menor y que podrían haber sido consultados. También se extiende en la defensa de la Unión Europea de los hábitats humanizados tradicionales como herramienta indispensable para la conservación del ecosistema.
El artículo no es un análisis sobre las políticas conservacionistas, si no una crónica, limitada en su extensión, sobre la polémica concreta despertada por el citado plan. Es correcto ceñirse a las dos organizaciones citadas como representativas de dos posturas enfrentadas. Sí es cierto, por el contrario, que se exponen con más detalle los argumentos de la primera organización.
La periodista, prosigue, tampoco explica al lector con claridad que el catálogo de especies protegidas de la Unión Europea no incluye al lobo como especie protegida en el territorio al norte del río Duero, incluida Asturias, ya que es una especie en expansión, que está colonizando nuevos territorios a gran velocidad . En el texto se explica que los ganaderos piden que se convierta a la especie en cinegética como ocurre en otros lugares de España, como Galicia y Castilla y León. El cánido continúa estando protegido al sur del Duero. Y el pie de foto de la información aclara que en Asturias solo la guardería del Principado puede cazar al lobo. Una combinación de texto y pie de foto, efectivamente, difícil de comprender, pero que no responde a una voluntad de ocultar el dato. La misma periodista ha publicado artículos donde se describe la situación (Al sur del Duero, la especie es intocable, está protegida por las directivas de la Unión Europea. Al norte del río, en cambio, puede ser cazado de forma controlada. De hecho, en todas las comunidades del norte, excepto en Asturias, está considerada especie cinegética).
El lector añade que se menciona que el territorio del Parque Nacional de los Picos de Europa es el único en Europa con lobos. Y cita un reportaje de Le Monde donde se habla de la existencia de lobos en el parque nacional de Mercantour. La periodista utilizó el dato, erróneo ateniéndonos a lo que afirma el diario francés, que le suministró el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente en una respuesta a una pregunta suya sobre el particular.
El lector defiende una mayor consideración hacia la población agricultora y ganadera. Y escribe: el propio plan de gestión del lobo establece, en su punto 4, lo siguiente: EI Plan de Gestión del Lobo en Asturias tiene como finaIidad la conservación de la especie, manteniendo un nivel poblacional que garantice su viabilidad presente y futura y que resulte compatible con el adecuado desarrollo de las explotaciones agrarias y la deseada aceptación social en el medio rural asturiano. Es decir, mantener la compatibilidad con desarrollo agroganadero y la aceptación social son premisas imprescindibles del plan de gestión, y el número de individuos admisible se supedita a estas premisas. Y concluye su carta afirmando la necesidad de que se sigan manteniendo estas actividades agroganaderas para la adecuada conservación de los ecosistemas siguiendo las directrices europeas, en los que lo importante no es una especie sino el conjunto de especies y actividades que lo mantienen. En este contexto es en el que hay que analizar la gestión y el futuro del lobo, y no desde un planteamiento animalista metido en una burbuja.
Un debate complejo cuya exposición en todos sus términos no era objeto del citado artículo. Y donde, como refleja la mencionada noticia, incluso las cifras están bajo sospecha. El artículo se encabeza, por ejemplo, afirmando que la conflictividad social con el lobo sigue en aumento en el Principado de Asturias. Los cánidos, según datos oficiales, matan cada año una media de 3.500 cabezas de ganado, lo que ha puesto a sus propietarios en pie de guerra, sobre todo porque el Gobierno asturiano les adeuda todavía 314.700 euros del año pasado y 487.449 de 2012 como indemnización por los daños sufridos. Cifras, tanto sobre la mortalidad causada por los lobos como las referidas a la evaluación de los daños, que discute la organización conservacionista citada en el propio texto.
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