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Columna
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Nacida el 15 de septiembre

Si las infantas, que son seis, se operaran el rostro, traicionarían los rasgos que les ofrecen abolengo y tradición. Letizia no tiene ese peso, es un poco más lienzo

Boris Izaguirre
Letizia Ortiz, retratada por Cristina García Rodero con motivo de su 40 aniversario.
Letizia Ortiz, retratada por Cristina García Rodero con motivo de su 40 aniversario.CRISTINA GARCÍA RODERO

Los nacidos bajo el signo de Virgo son obstinados y perfeccionistas. De los que lo hicieron en concreto el 15 de septiembre se conoce que con frecuencia aspiran a convertirse en expertos en su campo y fomentan aspiraciones secretas. Y el horóscopo agrega: “Pueden esperar durante años desarrollando sus ideas hasta que les llega la hora de hacer la gran jugada… ¡Cuidado con ellos!”.

Las mujeres tienden a fiarse más de los horóscopos que los hombres, pero Letizia Ortiz parece entender muy bien lo que implica nacer un 15 de septiembre. Sabemos que es obstinada, exitosa en pantalla y también detrás de ella. Como presentadora jamás desvelaba nada de sí misma, y como princesa obliga a que todos interpretemos sus señales. Es también un hecho en la historia femenina que el misterio juega una parte importantísima. Grandes mujeres de la historia son grandes desconocidas. Desde Cleopatra hasta Marie Curie y Jacqueline Kennedy, no dejan discursos escritos, sino leyendas, rumores catapultados desde ese silencio. Puede ser un lastre machista, pero también hay que reconocer que, manejado con habilidad y sutileza, ese misterio es un brillante poder femenino.

Letizia abandonaría un trabajo en el ente público RTVE para vincularse profesional y sentimentalmente a otro, la Corona. En ambos casos la audiencia es importante

Letizia regaló un libro al Príncipe poco antes de casarse, un gesto que se ha olvidado. Literatura. En realidad, muchas mujeres instruyen a su elegido, lo centran, lo mejoran si pueden, pero sobre todo le enseñan todo eso que no ha podido aprender solo. Letizia está en eso. También le ha iniciado en ver películas en versión original, a veces incluso chinas, lo que ha permitido que el futuro rey se marque unas risas socarronas. Lo ha llevado al teatro, a ver Tricicle (el ballet aún no, lo deja para sus hijas), y ella por su parte se ha sabido manifestar emocionada y con ganas de hacer equipo en el Mundial, la Eurocopa y la final olímpica de baloncesto. Ya lo dijo el Príncipe en el anuncio oficial de su compromiso: Letizia es un activo para la Corona.

La Princesa es una mujer que ha captado el poder de la oportunidad. Desde su propio nombre. Un funcionario italiano en el registro civil puso una z donde debería ir una c. En el reino del glamour, un nombre marca esa diferencia anhelada. Era cuestión de tiempo que ella supiera construirse una vida igual de diferente. Eso puede explicar su primer matrimonio con el profesor de lengua y literatura del instituto en el que estudiara Bachillerato. No era el hombre perfecto, pero sí seguramente el tutor que le permitiría iniciar una independencia. En ese sentido, Letizia no traiciona el cliché de los cuentos de hadas: heroínas que se ven obligadas a tomar caminos extraños para alcanzar una meta. Con esa tenacidad de la que está armada según su horóscopo, Letizia ha conseguido borrar ese primer matrimonio y delimitar su pasado a su etapa como periodista destacando su afán perfeccionista. Después, ya enamorada, Letizia abandonaría un trabajo en el ente público RTVE para vincularse profesional y sentimentalmente a otro, la Corona. Letizia ha ido de un ente público rodeado de opacidades, puertas y pasillos a otro de características similares, con un toque más exclusivo y mejor salario para toda la vida. En ambos casos la audiencia es importante. Y en ambos Letizia ha tenido que ver, oír y callar. Con su 40º cumpleaños, la rumorología sobre ella sigue en alza. Se ha asegurado que en una celebración de otra familia real Letizia se manifestó aburrida de las conversaciones sobre las joyas de los invitados. Uno de los pintorescos príncipes presentes le recriminó su desdén. “En estas bodas nos reunimos exactamente para hablar de esas cosas”, le dijeron, y al parecer Letizia tuvo que contenerse. Ejemplos de este tipo contribuyen a dibujar una mujer que puede cansarse de los extraños y aparatosos rigores de su privilegiada posición. Superarlo es solo cuestión de práctica, como montar en bici, y compensa.

Si las infantas, que son seis, se operaran el rostro, traicionarían los rasgos que les ofrecen abolengo y tradición. Letizia no tiene ese peso, es un poco más lienzo

Su generación entiende mejor que otras el juego de la transformación. En 1972 nacieron Cameron Diaz, Dita Von Teese y Najwa Nimri, tres contemporáneas completamente distintas entre sí, pero expertas en el arte de la transformación. De ahí su decisión de moldear su rostro mediante la cirugía, sumándose a la corriente positiva hacia esta ciencia. Resulta más fácil cambiar de cara cuando eres princesa que cuando eres infanta. Porque una princesa es más una figura delgada e imaginaria. Como en Disney. Si las infantas, que son seis, se operaran el rostro, traicionarían los rasgos que les ofrecen abolengo y tradición. Letizia no tiene ese peso, es un poco más lienzo, es así como puede verse a sí misma, como un proyecto. Un work in progress. A medida que va alterándose, va dibujando la reina que guarda dentro.

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