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Blogs / Gastro
Gastronotas de Capel
Por José Carlos Capel

En busca del mollete perdido

José Carlos Capel

¿Cómo es posible que ahora ningún mollete me guste, me decía yo a mí mismo, si no ha pasado tanto tiempo? ¿Acaso mi memoria había idealizado su sabor y la textura? Me refiero a esos panecillos individuales, redondos de miga esponjosa y corteza arrugada, tan frecuentes en los desayunos de Andalucía. Se abren por la mitad y, una vez tostados, los clientes de los bares los rocían con aceite de oliva, mantequilla o, lo más suculento, con zurrapa o manteca “colorá” y tropezones del puchero. Tres grasas distintas que siglos atrás se identificaban con representantes de las tres culturas, árabes, judíos y por supuesto cristianos, adictos al cerdo.

En mi extraño papel de Indiana Jones he rastreado este panecillo en vacaciones durante más de 5 años. He probado decenas de molletes en la Costa del Sol y ninguno me ha convencido. Todos ligeros y sin apenas peso, lo contrario de lo que yo recordaba. Me hablaron de la panadería “El Colmenero” (www.elcolmenero.com) en Alhaurín El Grande (Málaga) y hasta allí me fui convencido. Elaboran buenos panes pero los molletes, que son los mismos que se sirven en el restaurante Mil Milagros de Dani García en Marbella, tampoco son lo que recordaba.

Insatisfecho con los resultados pasé 4 horas visitando todas las panaderías de Antequera, supuesta capital del mollete, y de nuevo otro fracaso. Por todas partes molletes ligeros, con escaso sabor y pocas virtudes gastronómicas

Así que estaba resignado a olvidarlos. Al fin y al cabo también han desaparecido otras piezas de semejante tamaño, como el llongueten Cataluña y la francesilla madrileña, de masa esponjosa, una delicia olvidada. Para contrarrestar este mono en algún viaje a Londres me he ido comprando los “muffins” de masa salada (no los dulces como magdalenas) en los supermercados Mark & Spencer. Lo más parecido a lo que yo recordaba.

Ayer de forma súbita, mi amigo Felipe Ruano, director de la firma Berly´s de panadería me llamó por teléfono. “He descubierto en Écija (Sevilla) unos molletes artesanos que creo que son los que buscas. Te he traído unos cuantos”

Y en efecto, justo los molletes perdidos. Densos y pesados pero de masa blanda, mullida, mórbida. Ligeramente ácidos y con un sabor delicioso. ¡ Existen, no era un desvarío de mi memoria¡ El panadero se llama Juan Bautista Garay y su panadería La Conchi.

Me dijo Ruano que no son fáciles de hacer, que se elaboran con masa madre y que la masa es tan líquida que tienen que verterla con cazos. De un modo u otro son deliciosos.

Ni que decir tiene que he merendado un mollete. He tostado sus dos mitades y las he rociado con aceite de oliva y azúcar. Humm...

¿Es que ningún panadero de esos que tanto presumen ahora va a ser capaz preservar esta y otras joyas olvidadas de la panadería española? En Twiter:@JCCapel

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Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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