La fugaz singladura del ‘Fortuna’

El verano de 2012 ha sido de servicios mínimos para el Fortuna. La embarcación favorita del Rey ha permanecido en dique seco en julio y parte de agosto, en los muelles de Porto Pi (Palma), hasta que el lunes pasado el monarca decidió acompañar a la tripulación del yate en una salida rutinaria de mantenimiento. La Casa Real informó de que este tipo de paseos son necesarios para comprobar y asegurar el óptimo funcionamiento de los motores y de los diferentes sistemas electrónicos e informáticos.

Así, tras varias jornadas para recibir a las autoridades locales y antes de celebrar el despacho estival de ayer con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el Rey aprovechó su único día libre de compromisos en Mallorca para realizar una excursión marítima por la costa norte de la isla. Al mediodía, el Fortuna fondeó en la bahía de Formentor, donde el monarca y la tripulación compartieron comida antes de regresar a la base militar de Porto Pi, hacia las cinco de la tarde.

Llenar sus tanques de combustible cuesta cerca de 20.000 euros

La suspensión de las excursiones a bordo de la nave se enmarca dentro de la operación de la Casa Real para transmitir una imagen de austeridad. Llenar los tanques de combustible tiene un coste cercano a los 20.000 euros, a los que cabe añadir el gasto de las patrulleras de la Armada y la Guardia Civil que lo acompañan en misión de seguridad cuando algún miembro de la familia real viaja a bordo.

El lujoso Fortuna ha dejado paso este verano a una embarcación más modesta y discreta: el Somni, una lancha rápida propiedad del armador José Cusí, amigo personal de Don Juan Carlos. La Reina, la infanta Elena y sus hijos la han utilizado en dos ocasiones, a principios de agosto, para navegar hasta el Parque Nacional de Cabrera, una zona protegida y de fondeo restringido. Pocos días antes de que el monarca y el Príncipe de Asturias aterrizaran en la isla, se aceleraron las tareas de mantenimiento del Fortuna, lo que disparó los rumores de que finalmente se pusiera en marcha para realizar alguna expedición por aguas baleares.

Es uno de los yates deportivos habitables más veloces del mundo

El actual Fortuna —el tercer yate de los Reyes bajo esta denominación— fue un regalo conjunto del Gobierno balear y de un nutrido grupo de empresarios, mayoritariamente vinculados al sector turístico y bancario. En una decisión no exenta de polémica y de contestación social, se le entregó al monarca como una muestra de agradecimiento por sus años de vinculación con Mallorca y, a la vez, como incentivo para garantizar la continuidad de las visitas reales a la isla. Construido a finales de los noventa en los astilleros de Michigan (Illinois, Estados Unidos), Avilés y Cádiz por la Factoría Nacional Bazán, pertenece oficialmente al Patrimonio Nacional, aunque su uso está reservado exclusivamente a la familia real. Cuenta con una eslora de 41,5 metros y puede alcanzar puntas de velocidad de hasta 65 nudos, lo que lo convierte en uno de los yates deportivos habitables más veloces del mundo.

En tiempos de crisis, su utilización diaria parece haber pasado a la historia, coincidiendo además con la cada vez más reducida estancia de los Reyes en Mallorca. Este verano, el palacio real habrá estado habitado durante apenas dos semanas. El mantenimiento anual del complejo palaciego, entre jardinería, limpieza y obras, se estima en 1,7 millones de euros, que paga el Gobierno balear. Para el presidente autonómico, José Ramón Bauzá, la presencia de los Reyes en Mallorca, aunque menguante, continúa representando una proyección internacional incalculable: “Lo importante es que sigan pasando parte de su periodo estival en Baleares, ahora y en el futuro. Constituye un honor, un orgullo y un privilegio para los ciudadanos de las islas”, aseguró después de entrevistarse con el monarca el jueves de la semana pasada.