"Ni el látigo, ni el cuero. A mí lo que me va es el velcro"
Una charla con la autora de 'Cincuenta sombras de Grey' sobre el porno para mamás, la normalización del sadomasoquismo y por qué hay que desconfiar de los hombres que bailan bien.
Pregunta. ¿Por qué una trilogía erótica vende 15,5 millones de ejemplares en Estados Unidos?¿Las norteamericanas necesitan inspiración en la cama?
R. No lo sé [ríe]. La verdad es que yo misma estoy muy sorprendida con la que se ha montado. Nunca me propuse hacer un best seller. Lo que yo quería era escribir una novela que divirtiera a las mujeres. Y parece que ese ha sido el caso.
P. En España ha sido el libro más vendido. ¿También las españolas tenemos carencias importantes?
R. Yo creo que es una novela que divierte, que entretiene, y a las mujeres les encantan las historias de amor.
P. El caso es que Cincuenta sombras de Grey tampoco me parece tan fuerte. La encuentro casi para colegialas.
R. Efectivamente. No hay nada en la novela que no se haya hecho en una situación normal. Creo que ha tocado alguna fibra especial. A lo mejor puede decírmelo usted.
P. Pues creo que la fibra que más se toca en la novela es el trasero.
R. [Risotada] Seguramente.
P. Dice el New York Post: “Los juegos sexuales de un multimillonario tienen a las mujeres de Nueva York leyendo como nunca”. ¿Que los multimillonarios sirvan para hacer leer son daños colaterales?
A corta distancia
E. L. James hace una entrevista tras otra en un hotel del centro de Madrid, tan abrumada por el éxito de sus tres libros eróticos, que ha dejado su trabajo en la televisión británica. No tiene pinta de ‘dominátrix’, pero nunca se sabe. Sí tiene pinta, en cambio, de que si te da un mandoble, te sienta. Pero parece gozar de muy buen carácter, y pasa la conversación riendo a carcajadas.
R. Yo pienso que a las mujeres les gusta la fantasía, y creo firmemente que mis personajes son muy convincentes.
P. Pues yo me he encontrado muy pocos multimillonarios.
R. Y probablemente serán muy parecidos al de la novela.
P. ¿Educa así a sus dos hijos, de 17 y 15 años?
R. No, no, en absoluto. Paradójicamente, dado que mi marido y yo somos escritores, ellos se vanaglorian de que no leen. Y yo tampoco quiero que lean mi libro.
P. De lo del porno para mamás qué dice, ¿significa que los papás no lo necesitan?
R. Creo que hay una boyante industria de pornografía que negaría esa afirmación.
P. Usted ha podido escribir tranquilamente este libro porque no conoce al obispo de Alcalá de Henares.
R. No conozco a ningún obispo [ríe].
P. Dedica el primer tomo Al amo de mi universo. ¿El amo de su universo no se siente fracasado porque usted tenga que escribir estas fantasías eróticas?
R. Es que yo en mi universo no tengo un amo. La dedicatoria es una expresión que significa muchas cosas, y en mi caso lo que quiere decir es que es el amor de mi vida.
P. ¿La trilogía es un toque de atención a su marido para que espabile?
R. Sí [carcajada].
P. ¿Él la azota, como su protagonista?
R. No respondo a ese tipo de preguntas.
P. ¿Y a usted qué le va más: el látigo, las esposas, el cuero?
R. A mí lo que me va es el velcro.
P. ¿Es lo que se dice una sumisa?
R. Puedo serlo. Y también puedo ser muy dominante.
P. ¿Va de feminista?
R. Yo creo que todas las mujeres lo somos. Es un término que se ha venido degradando con el paso del tiempo. Desde luego, creo en la igualdad de derechos, en la igualdad de salario a igual trabajo y todas esas cosas que importan de verdad, y estoy totalmente en contra de la violencia contra la mujer. Pero también me parece que todo lo que sea consensuado y tras la puerta cerrada solo incumbe a las personas que lo practican.
P. El protagonista dice: “Me gusta el control que me proporciona pegarte”. ¿No hay mucho anormal suelto?
R. No es solo pegarle. Lo que le gusta es el control. Y lo de anormal, tenemos que saber exactamente qué es normal, porque depende de la percepción. Hay muchas personas en el mundo del sadomasoquismo para las que todo ese ambiente es perfectamente normal.
P. De los dirigentes europeos, ¿a quién cree que le va más el látigo y la disciplina?
R. No tengo la menor idea.
P. ¿A quién le es más fácil imaginar esposado a la cama: a Hollande, a Merkel o a Cameron?
R. Realmente, no quiero entrar en esas preguntas.
P. ¿Sabe quién es Rajoy?
R. No.
P. ¿Se siente como la prima pequeña del marqués de Sade?
R. No. En el marqués de Sade no hay amor. Y mi libro es una historia de amor.
P. Reconozco que la frase que más me ha impactado de su libro es: “Nunca te fíes de un hombre que baile bien”.
¿Todo danzante es un peligro?
R. Es una frase que usé para poner un poco de humor. A mí me encanta bailar. Pero si un hombre es buen bailarín, bailará con muchas mujeres. Por eso no me fío.
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