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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

Los pájaros y la arquitectura

Anatxu Zabalbeascoa

FOTOS: Aitor Ortiz

“Lo mejor son las vistas, el sol que llega, los vecinos que nos llevamos bien y… escuchar a los pájaros. Nunca pensé que viviendo en un barrio obrero uno pudiera llegar a distinguir tipos de pájaros”. Habla uno de los dueños de las 84 viviendas que Eduardo Belzunce, Luis Diaz-Mauriño y Juan García Millán levantaron en el barrio de Ortutxueta, en Bilbao. 

He ido hasta allí con dos amigas y un compañero fotógrafo. Me sorprende que la puerta que permite entrar en los jardines/pendiente y en las terrazas, que dan acceso a las viviendas, no tenga cerradura ni medidas de seguridad. Abrimos la cancela que se asoma al jardín y se acerca hasta las puertas y entramos a mirar.

Ya dentro, le pregunto cómo ha conseguido un piso de protección oficial con tres espléndidas habitaciones y 90 metros cuadrados viviendo solo. Una lotería. Allí se vive bien. Suelos de parqué y baños blancos. Cocina funcional con vistas a la terraza, a la calle, al barrio de Miribilla, cada vez más denso. No tiene banderín del Athletic, pero sí un gran libro sobre Chillida. Las ventanas no tienen rejas. Esa confianza se respira en la urbanización de estos 84 pisos en los que uno se siente más como en una vivienda que como en un apartamento. La cancela de acceso, esa que no tiene medidas de seguridad, hace un pequeño quiebro y convierte el zócalo en banco para quien tenga que sentarse a esperar o para quien le guste contemplar lo que pasa por la calle. Las viviendas, de hormigón, tienen fachadas verde oscuro, pero las dos últimas, al acercarse al monte, cogen el tono rojizo de los ladrillos de sus vecinos, como si saludaran al lugar, a la historia, a un cierto orden. A una jerarquía incluso. Lo importante es llevarse bien, y esos gestos en las casas lo dejan claro.

Los arquitectos ganaron el primer concurso de un Europan. “Desde el primer momento nos interesó el carácter fronterizo del lugar, y el proyecto exploraba su condición mestiza y ambigua”, dicen. “El barrio existente, muy denso, necesitaba un esponjamiento, por lo que se preservaron para uso público dos grandes espacios abiertos, plazas soleadas y con vistas lejanas, y las superficies libres entre las torres se configuraron a modo de miradores urbanos”. Esos miradores de las torres vecinas del plan inicial están ahora cerrados y son inaccesibles. Por lo tanto, se han convertido en barrera, en muralla para las edificaciones anteriores del barrio. Sin embargo, el proyecto de los seis edificios, que, como riachuelos, se desparraman por la pendiente sin subordinarse a alineaciones paralelas pero controlados por una geometría racional, habla de otra manera de vivir: cerca del jaleo, pero aislado; protegido sin estar bunquerizado; compartiendo en lugar de compartimentando. Con tiempo y oído para escuchar a los pájaros, como decía ese vecino, “el soltero empedernido”.

FOTO: Elena Almagro

Comentarios

Con lo bonitas que son esas viviendas y con la originalidad asimétrica con la que se reparten el solar...En la foto, da pena ver a esos enanos apiñados, enjaulados por el entorno...Con esos gigantes amenazantes siempre encima...Incomprensibles planificaciones urbanas...
parece un conjunto interesante
Bello conjunto residencial. La contraposición con los bloques en altura y la perfecta adaptación a la topografía existente le otorgan un halo especial. Admirable trabajo teniendo en cuenta que es un proyecto residencial donde normalmente es complicado realizar alardes técnicos y de diseño debido a la díficil aceptación de nuevos sistemas y formas. Por otro lado en los tiempos que vivimos no es fácil tener oportunidades como esta.EXCELENTE TRABAJO. Enhorabuena desde Barcelona.
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