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LA PARADOJA Y EL ESTILO
Columna
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Ceviche con mango

"En los programas, el corazón ha dejado de ser el principal reclamo de audiencia y sí lo es en cambio la tertulia económica. 'Las primas de riesgo son las nuevas Rociítos', se oyó en los pasillos de Telecinco"

Boris Izaguirre
Angela Merkel y Dilma Ruosseff, en su encuentro bilateral, el pasado martes, en Los Cabos (México).
Angela Merkel y Dilma Ruosseff, en su encuentro bilateral, el pasado martes, en Los Cabos (México).BERTO STUCKERT (REUTERS)

Cuando era niño en Caracas, mis padres empleaban una frase hecha para explicar aquello que tenía poca explicación. “Es un arroz con mango”, decían, y mis hermanos y yo poníamos esa cara de asco propia de los niños ante un plato imposible. Una mezcla tóxica. El arroz acompaña mucho, pero el mango tiene un resto astringente que puede fastidiar, convirtiéndolo en algo difícil de asimilar. Las madres venezolanas alertaban de que el fruto tropical posee eso, jamás desvelado, que puede volverse venenoso al contacto con otros alimentos, como el almidón. Ese es el caso del arroz con mango, porque comerlo podía estar lleno de peligros que se descubren a media luz. O en plena digestión.

Sin embargo, en la cumbre del G-20 celebrada esta semana en el paraíso natural de Los Cabos, en Baja California (México), el plato estrella fue el ceviche con mango. ¡Ay, el ceviche, todo el mundo le quiere hincar el diente a su autoría, como antes lo queríamos hincar al dólar o al euro! El ceviche es una manera de macerar pescados blancos en limón o lima, cebolla, ajíes y cilantro que, al parecer, desarrollaron los incas, pero que los mexicanos, que tienen su punto imperialista, han hecho casi suyo. Es un sabor fuerte el del ceviche, pero que cada vez gana más adeptos, incluso se le reconoce como el nuevo sushi. Agregarle las rodajitas de mango lo convierte en una exquisitez muy propia de estos tiempos revueltos, donde los países emergentes ayudan a los tradicionales y Rajoy ya no se sabe si se come un rescate con sabor a bacalao con strudel y queso feta. Al mismo tiempo, lejos de allí, en otro bellísimo enclave natural, otra reserva de la biosfera rica en flora y fauna, la urbanización de La Moraleja, se reunió el clan de las Tablada, muy pendientes de la economías emergentes y de comunicar bien, como debería hacer Mariano si se dejara aconsejar. Se comió ceviche acompañado de fideuá y mojitos, y se mentaron las madres tanto del IVA como del FMI, pero quedó claro, otro de los cambios de hoy, que las mujeres están unidas en primera línea de la política doméstica e internacional. Basta con ver la complicidad entre Marina Danko y Elena Tablada o entre Merkel y Dilma, que se miran y hablan sabiendo que de la unión de ambas podría nacer una nueva Gisele Bündchen, pero gigante.

En efecto, todo sabe un poco a ceviche con mango con las recetas de los países emergentes. La extenuante actualidad económica de esta semana ha llevado casi a una indigestión. Tanto es así que en muchos programas de televisión el corazón ha dejado de ser el principal reclamo de audiencia y sí lo es en cambio la tertulia económica. Es un hecho curioso, pero puede generar nuevos parados y también nuevos empleos. Las tertulias televisivas ahora requieren la ayuda de Guindos catódicos, un poquito más simpáticos que el señor ministro, que puedan ayudar a digerir las amargas noticias y combinar la acidez del limón de ese ceviche con un pelín de mango dulce. “Las primas de riesgo son las nuevas Rociítos”, se escuchó decir en un pasillo de Telecinco. Tiembla el chiringuito de la prensa rosa, señalada como una cosa de cuando éramos ricos. “El cotilleo no tiene tanto sentido en un momento en el que todo el mundo sabe decir 100.000 millones de euros sin equivocarse”, aseguró la misma persona en el mismo pasillo. Y, la verdad, no parece un reciclaje tan complicado. Sería tan sencillo como pasar de preocuparnos por Belén, en qué colegio se matriculará la sobrina de Letizia o con quién sale Marina Danko (que acudió invitada a la cumbre Tablada en calidad de amiga emergente) a salpicar nuestras conversaciones con esas siglas tan de moda: “Aplicaremos un EFSF, y todo será a través del FROB, y te denuncio al FMI como no me presentes una rebaja fiscal”. En algún plató ya rediseñan el logo de Sálvame con un $ al principio y un € al final.

Es increíble cómo se cocina todo y cómo se sirve. Creíamos que nuestro presidente había salvado al país in extremis y en Los Cabos nos enteramos de que Merkel y él están atrapados en un salpicón de desmentidos. Que esperan este fin de semana negociar condiciones que consigan hacer más digerible el chucrut del rescate. Que todos le recriminan la petulancia y el empeño en cambiar rescate por aquella receta de línea abierta de crédito que ya nadie recuerda. ¿Pero dónde está ahora la línea de crédito abierta? Ha corrido la misma suerte que aquella niña de Rajoy que nunca creció. O los hilillos de crudo en expansión vertical que desprendía el Prestige.

Otra cumbre pasa y la revista ilustrada ¡Hola! consigue poquísimas noticias alegres de nuestra familia real que llevarnos a la boca, teniendo que recurrir, una vez más, a la familia real británica para saciar nuestro apetito aristocrático, a pesar del contencioso territorial que los dos reinos mantienen como un plato caliente.

Y del ceviche con mango que son las economías emergentes confirmamos que son un poquito pichirres, un poco tacañas. Por prestar, lo hacen siempre cerrando el puñito. Así no llegamos ni al aperitivo. Siempre nos quedará el axioma de Madonna, que cuando sus hijos van unos días con sus padres instruye: “Manzana, sí. Plátano, no”.

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