Cuando el museo del siglo XXI es la vida del XIX
FOTO:Hawkeye Aerial Photography
Más allá de ser el primer gran edificio de Zaha Hadid que se inaugura en el Reino Unido (el 21 de junio, antes que el Centro Acuático de los juegos olímpicos londinenses), el Riverside Museum de Glasgow supone la reinvención de una ciudad a partir de museizar su pasado industrial. Es cierto que ese gesto se ha convertido ya en un clásico en muchas ciudades europeas, que parecen más dispuestas a recordar su pasado industrial por la grandeza de los logros –ferrocarriles, invernaderos o barcos- que por el ruido, humo y dureza del trabajo de los obreros. Así, con las urbes consoladas por el turismo y sin preguntarse qué ha roto la relación entre industria y ciudad, lo llamativo de este nuevo intento es que el edificio ideado por la arquitecta iraquí reinventa además la tipología museística añadiendo al reclamo y al contenedor la cáscara que permite cobijar algo que no cabe en un edificio, algo hecho para la vida exterior. Así, muchos de los vehículos que ocupan el interior del nuevo centro han debido introducirse en el coloso antes de que este quedara cerrado. No sólo eso, entre barcos, coches y locomotoras, artilugios como un velódromo colgante invitan a recrear el pasado de un modo un tanto surrealista.
Las autoridades británicas parecen creer que sí. El proyecto de Hadid, encargado en 2004, poco antes de que la proyectista ganara el premio Pritzker, ha recaudado cinco millones de euros de donaciones particulares. También ha sido el edificio mejor dotado con fondos de la lotería nacional. “La historia de Glasgow está profundamente ligada a la historia del río Clyde. Ambos han dado forma al diseño del museo”, ha explicado la arquitecta. “Quise que el centro reflejara la importancia de su ubicación, también que el montaje desplegara una colección extraordinaria. Por eso el diseño fluido quiere contribuir a la rica tradición ingenieril de la ciudad: una verdadera celebración y manifestación del buen hacer de los ingenieros”. Su espectacular edificio, varado junto al río y frente al barco Glenlee, uno de los cinco veleros construidos allí que todavía existen, rinde tributo a ese pasado más espectacular por la superación de una población que por la huella formal del mismo.
FOTOS: Alan Mcateer
Comentarios
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.