Historias de leones y turistas en el Masai Mara
Llevo un par de días de safari fotográfico por el Masai Mara, el parque nacional más famoso de Kenia. Está en tierras masai, junto a la frontera con Tanzania, y lo riega el río Mara, de ahí el nombre.
El Masai Mara es una planicie herbácea de horizontes interminables, salpicada aquí y allá por alguna acacia. Por esa llanura sin fin que empieza estos días a cobrar el tono pajizo del estío deambula todo el catálogo de animales africanos: jirafas, rinocerontes negros (pocos), elefantes, hipopótamos, impalas, hienas, gacelas, antílopes, monos, cocodrilos... y por supuesto, leones. La pieza más codiciada en todo safari fotográfico.
No es el mejor momento para venir al Masai Mara. Aunque se ven animales, las grandes manadas de herbívoros (ñús, cebras...) están aún muy al sur, en el Serengeti, y no empezarán a subir hacia aquí hasta el mes que viene.
Y la segunda gran migración, más multitudinaria aún: la de miles de turistas que llegan ese mes al parque coincidiendo con el mes de vacaciones en Europa para ver la gran migración. Visitar el Masai Mara en esos días es tan agobiante como un metro en hora punta. Es fácil ver 20 coches de turistas fotografiando y agobiando al mismo león. Sobre todo por la entrada de Sekenani, la más cercana a Nairobi.
Sin embargo es fácil ver leones en cualquier época del año en Masai Mara. En estos dos días hemos localizado unos 15 ejemplares. Grupos de dos y cuatro leonas deambulando majestuosas por la pradera. Un fantástico e inusual grupo de cuatro machos adultos dormitando bajo un arbusto. Y lo hemos disfrutado completamente solos, sin otro coche en lontananza. Una de las ventajas de venir al Masai Mara en mayo o junio.
Dejadme que termine este post contando un suceso real: estar a un palmo de las narices de un león desde un coche abierto es excitante, pero seguro. Los animales nunca atacarían esa cosa grande y extraña, mucho más grande que ellos. Pero a veces ocurren casos extraños. No hace mucho tiempo, en un parque de Tanzania, el Selous, un coche con una familia de turistas se averió. Mientras esperaban recibir ayuda apareció un manada de leonas. Extrañamente, las leonas empezaron a merodear el coche acercándose cada vez más. La familia estaba aterrorizada. Hasta que el chófer, que era de origen masai, se dio cuenta de lo que estaba pasando. Rápidamente tomo unas mantas y cubrió a los dos hijos de la familia. Las leonas dieron una vuelta más y se fueron por donde habían venido. Lo que les atraía era la presencia de seres menudos, cachorros de otra especie, presas fáciles que son lo que ellas prefieren cazar.
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