Talento español: ¿exportación o autoproducción?
La cantera del diseño española indaga mucho más allá de las formas. Los dos primeros premios del Salón Satellite de Milán han reconocido el talento de jóvenes autores nacionales. ¿Qué va a pasar con ellos y con sus ideas?
Raúl Laurí nació en Alicante hace 21 años. Estudió en la Escuela Superior de diseño de Alcoi y luego fue Erasmus en Irlanda, en el National College of Art and Design. Acaba de ganar el primer premio del Salón Satellite de Milán –donde hace poco más de una década se detectó el talento de los hoy afamados Hermanos Bouroullec- con una mezcla de ingenio, lógica y amor a la tradición y a la innovación a partes iguales. Su serie de elementos Decafé es, en realidad, una propuesta material. Se trata de aprovechar los posos del café para dejar marca en las texturas, en el aroma y en el color de algunos objetos. Se parte de reciclar un material, pero también su memoria, sus connotaciones, sus asociaciones. La mezcla resulta cálida, conocida incluso. Y sin embargo es nueva.
También es biodegradable. Los posos combinados con un aglutinante natural –que Laurí no puede desvelar- adquieren maleabilidad y no pierden identidad. Todas esas ideas conviven en un solo material final que busca una segunda vida para los aspectos sensoriales y emocionales del café. De momento, Laurí ha ideado lámparas, fruteros y tazas. Y trabaja para conseguir la resistencia de su material al agua y a las temperaturas de un horno. Pero ya ha visto su talento reconocido en un escaparate, seguramente el más importante, del talento europeo. Enhorabuena. La pregunta es ¿qué pasará con los productos de su serie Decafé? ¿Se quedarán en teoría? ¿Deberá exportarlos? ¿Venderá su talento fuera? ¿O deberá, como alternativa, dedicarse a autoproducir su propio trabajo como durante años –y hace décadas- hicieron los más osados diseñadores nacionales? La visión de un tipo que empieza reciclando posos de café no puede tirarse a la basura.
Pero hay más talento. Hace dos años, Mariana Lerma, Ignacio Hornillos, Eduardo Argüelles, Mónica Thurne, Pilar Díez:y Mario Sierra formaron el colectivo Wow. Este grupo de arquitectos –alguno es todavía casi arquitecto- de entre 26 y 30 años quería dedicarse a la arquitectura, el diseño y el arte. Y en ello están. Este año, sus diseños han conseguido el segundo premio del citado Salón Satellite. Y su pieza elBotijo, firmada por Mariana Lerma y Mónica Thurne, ha lamado la atención. La idea de reactualizar un clásico de la tradición española como es el botijo ha estado ya presente en el último diseño español. Pero Wow ha estudiado cómo la cerámica porosa puede absorber parte del agua que se evapora en el exterior produciendo una pérdida de energía que mantiene el agua encerrada en el botijo entre 10 y 13 grados centígrados. Agua fresca sin gasto energético y el fomento de la pequeña industria están detrás de esa iniciativa. Así las cosas, está claro que talento hay y trabajo (o ganas de trabajar) también. ¿Qué hacer para poder llevarlos a buen puerto?
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