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3.500 Millones
Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

¿Cómo demostramos la utilidad de la ayuda?

Esta entrada ha sido escrita desde Londres por ALEX PRATS.

Un programa de ACNUR con desplazados afganos en Yemen.©UNHCR/P.RubioLarrauri

¿Es posible definir políticas eficaces contra la malnutrición si no se tiene claro cuántas personas malnutridas hay, dónde están y por qué están malnutridas?

Una de las críticas habituales a la Cooperación para el Desarrollo es la incapacidad de los gobiernos y ONG para demostrar los resultados alcanzados. Esta dificultad en la medición puede convertir el apoyo a las ONG en prácticamente una cuestión de buena fe. Pero es que aún hay más. Si hacer que la pobreza sea historia es una opción política, entonces hay que alertar de que la determinación política puede ser incluso contraproducente si las estrategias de actuación se diseñan sobre la base de mediciones erróneas.

Como que esto que les cuento está muy bien pero peca de ser demasiado obvio y abstracto al mismo tiempo, veamos un caso práctico relacionado con la malnutrición.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el porcentaje de malnutrición en Nigeria es del 7%, pero según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es del 31%; para la FAO, la malnutrición en Kenia es del 44%, pero para la OMS es del 22%; para la FAO, África es el continente con mayor porcentaje de población malnutrida, pero para la OMS el problema es más relevante en Asia. ¿En qué quedamos? ¿Por dónde empezamos?

Para la FAO, de acuerdo con su modelo de medición, el problema de la malnutrición está causado esencialmente por la insuficiencia de alimentos. Su modelo asume que todas aquellas personas que no alcanzan a ingerir un mínimo establecido de calorías diarias están malnutridas.

La OMS, en cambio, basa su estimación de la malnutrición en una serie de mediciones de indicadores antropométricos, como por ejemplo, la relación entre la edad, la altura y el peso. Este sistema de medición nos sugiere, implícitamente, que no solamente importa la disponibilidad de alimentos, sino el acceso de cada persona a los mismos; no sólo la cantidad injerida, sino también la calidad de los nutrientes.

En efecto, la FAO, en su discurso actual, también habla de la importancia de la calidad de la nutrición o de las buenas prácticas en materia de educación, salud, agua y saneamiento, pero su modelo de medición, que no olvidemos que es el que se utilizó en la Cumbre Mundial de 1996, donde 186 países se comprometieron a reducir el número de personas malnutridas a la mitad en 2015, mide lo que mide: la disponibilidad de calorías en un territorio y cómo se distribuyen entre la población. Punto. Por eso no sorprende que el plan de acción resultante de la Cumbre se focalizara esencialmente en lograr la seguridad alimentaria en África a través de un incremento de la producción de alimentos. Pero ya sabemos que disponibilidad de alimentos no es igual a seguridad alimentaria, del mismo modo que seguridad alimentaria no es lo mismo que seguridad nutricional.

Podríamos también explorar las mediciones de la pobreza, y llegaríamos a la conclusión de que comparar datos entre países o incluso la evolución en los índices de pobreza de un mismo país a lo largo del tiempo es un ejercicio cuanto menos arriesgado.

No todo lo importante se puede contar o medir, ni tampoco todo lo medible es importante. La medición de índices de malnutrición, pobreza o incluso escolarización de niñas y niños no es sencilla, pero la eficacia de la acción política pasa necesariamente por buscar un consenso, el mejor posible, sobre las definiciones de los problemas, su causalidad y la forma de medirlos.

Esperemos que tengan esto en cuenta tanto los que participen el próximo mes en la Conferencia sobre Desarrollo Sostenible (Río+20), como los que lo hagan en el Grupo de Trabajo para la sucesión de los Objetivos del Milenio. De lo contrario, será difícil que podamos ser eficaces en la identificación e implementación de soluciones a favor del desarrollo y contra la pobreza.

Comentarios

Quisiera aportar una sugerencia que, quizá, suene a absurda, pero a mí me parece bastante lógica y es la siguiente:¿Qué tal si se intentan aprovechar los padrones de los registros que expiden documentos de identidad, para confeccionar otros (en soporte digital, estilo planillas de cálculo) donde consten los datos estadísticos de censos poblacionales, pero que incluyan también los datos de salud, alimentación, ingresos, estado de vivienda, etc?Planillas que, si están en formato digital, fácilmente se pueden hacer accesibles a hospitales o sitios similares, donde las personas estén obligadas a presentarse a un "censo anual" de su estado personal en todo sentido y, de no poder asistir personalmente, tal situación sea comunicada con la mayor antelación posible, para que esos casos específicos sí, sean visitados en los lugares en donde se encuentren (postrados en domicilios u hospitales, reclusos penales, etc).Puesto que ¿Cómo puede un gobierno serio (así sea municipal o nacional) saber con certeza hasta qué punto la población padece de algo puntual y cómo resolverlo?¿Acaso hay mejor forma de GANAR VOTOS que POR HACER BIEN LAS COSAS preocupándose de que NO HAYA EXCLUIDOS SOCIALES o ABANDONOS por desidia, desinformación y hasta negligencia alevosa por parte de funcionarios públicos?Me parece imposible organizar y sostener bien administrado y regulado un país (o grupo social), cuando las autoridades y funcionarios no se manejan con datos precisos y completos de la realidad más o menos actualizada (al menos una vez al año, estilo chequeo médico tradicional de las clases sociales media y alta en lo económico).
Hay algo de verdad en esto, cada vez más se exige a la ayuda al desarrollo, como a toda política pública, la capacidad de medir resultados y de demostrar impacto. Esto, con las salvedades que por ejemplo presenta tu artícúlo, no es malo, al contrario, es un salvavidas para esta política en medio de la tormenta de la crisis fiscal. Si bien no todo se puede medir a causa de la inexistencia o disparidad en la confección de estadísticas, sí que se puede actuar dónde más impacto -medible- se consiga. Se han desarrollado multitud de herramientas de evaluación experimental que permiten dirigir las acciones donde más impacto van a tener. Ahora bien, eso requiere inversión y formación de capacidades, y ese es el reto de todos los actores, incluyendo las ONG, que trabajamos en el sector de la cooperación al desarrollo. https://www.facebook.com/pages/Mancala-Consultores/215688581808524?ref=tn_tnmn
Quisiera aportar una sugerencia que, quizá, suene a absurda, pero a mí me parece bastante lógica y es la siguiente:¿Qué tal si se intentan aprovechar los padrones de los registros que expiden documentos de identidad, para confeccionar otros (en soporte digital, estilo planillas de cálculo) donde consten los datos estadísticos de censos poblacionales, pero que incluyan también los datos de salud, alimentación, ingresos, estado de vivienda, etc?Planillas que, si están en formato digital, fácilmente se pueden hacer accesibles a hospitales o sitios similares, donde las personas estén obligadas a presentarse a un "censo anual" de su estado personal en todo sentido y, de no poder asistir personalmente, tal situación sea comunicada con la mayor antelación posible, para que esos casos específicos sí, sean visitados en los lugares en donde se encuentren (postrados en domicilios u hospitales, reclusos penales, etc).Puesto que ¿Cómo puede un gobierno serio (así sea municipal o nacional) saber con certeza hasta qué punto la población padece de algo puntual y cómo resolverlo?¿Acaso hay mejor forma de GANAR VOTOS que POR HACER BIEN LAS COSAS preocupándose de que NO HAYA EXCLUIDOS SOCIALES o ABANDONOS por desidia, desinformación y hasta negligencia alevosa por parte de funcionarios públicos?Me parece imposible organizar y sostener bien administrado y regulado un país (o grupo social), cuando las autoridades y funcionarios no se manejan con datos precisos y completos de la realidad más o menos actualizada (al menos una vez al año, estilo chequeo médico tradicional de las clases sociales media y alta en lo económico).
Hay algo de verdad en esto, cada vez más se exige a la ayuda al desarrollo, como a toda política pública, la capacidad de medir resultados y de demostrar impacto. Esto, con las salvedades que por ejemplo presenta tu artícúlo, no es malo, al contrario, es un salvavidas para esta política en medio de la tormenta de la crisis fiscal. Si bien no todo se puede medir a causa de la inexistencia o disparidad en la confección de estadísticas, sí que se puede actuar dónde más impacto -medible- se consiga. Se han desarrollado multitud de herramientas de evaluación experimental que permiten dirigir las acciones donde más impacto van a tener. Ahora bien, eso requiere inversión y formación de capacidades, y ese es el reto de todos los actores, incluyendo las ONG, que trabajamos en el sector de la cooperación al desarrollo. https://www.facebook.com/pages/Mancala-Consultores/215688581808524?ref=tn_tnmn
Quisiera aportar una sugerencia que, quizá, suene a absurda, pero a mí me parece bastante lógica y es la siguiente:¿Qué tal si se intentan aprovechar los padrones de los registros que expiden documentos de identidad, para confeccionar otros (en soporte digital, estilo planillas de cálculo) donde consten los datos estadísticos de censos poblacionales, pero que incluyan también los datos de salud, alimentación, ingresos, estado de vivienda, etc?Planillas que, si están en formato digital, fácilmente se pueden hacer accesibles a hospitales o sitios similares, donde las personas estén obligadas a presentarse a un "censo anual" de su estado personal en todo sentido y, de no poder asistir personalmente, tal situación sea comunicada con la mayor antelación posible, para que esos casos específicos sí, sean visitados en los lugares en donde se encuentren (postrados en domicilios u hospitales, reclusos penales, etc).Puesto que ¿Cómo puede un gobierno serio (así sea municipal o nacional) saber con certeza hasta qué punto la población padece de algo puntual y cómo resolverlo?¿Acaso hay mejor forma de GANAR VOTOS que POR HACER BIEN LAS COSAS preocupándose de que NO HAYA EXCLUIDOS SOCIALES o ABANDONOS por desidia, desinformación y hasta negligencia alevosa por parte de funcionarios públicos?Me parece imposible organizar y sostener bien administrado y regulado un país (o grupo social), cuando las autoridades y funcionarios no se manejan con datos precisos y completos de la realidad más o menos actualizada (al menos una vez al año, estilo chequeo médico tradicional de las clases sociales media y alta en lo económico).
Hay algo de verdad en esto, cada vez más se exige a la ayuda al desarrollo, como a toda política pública, la capacidad de medir resultados y de demostrar impacto. Esto, con las salvedades que por ejemplo presenta tu artícúlo, no es malo, al contrario, es un salvavidas para esta política en medio de la tormenta de la crisis fiscal. Si bien no todo se puede medir a causa de la inexistencia o disparidad en la confección de estadísticas, sí que se puede actuar dónde más impacto -medible- se consiga. Se han desarrollado multitud de herramientas de evaluación experimental que permiten dirigir las acciones donde más impacto van a tener. Ahora bien, eso requiere inversión y formación de capacidades, y ese es el reto de todos los actores, incluyendo las ONG, que trabajamos en el sector de la cooperación al desarrollo. https://www.facebook.com/pages/Mancala-Consultores/215688581808524?ref=tn_tnmn

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