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Gaultier está hasta el moño

El diseñador responde a las críticas de la familia de Amy Winehouse sobre su colección homenaje a la cantante

Carmen Mañana
Diseño de Jean Paul Gaultier (izquierda) y la cantante Amy Winehouse.
Diseño de Jean Paul Gaultier (izquierda) y la cantante Amy Winehouse. REUTERS / CORDON PRESS

Moños hiperbólicos, faldas lápiz y sujetadores pícaros que se asoman a camisas atadas por la cintura. El diseñador francés Jean Paul Gualtier construyó alrededor de estos reconocibles códigos estéticos su pasada colección primavera/verano 2012. Un propuesta que buscaba ser un homenaje a Amy Winehouse —fallecida seis meses antes por sobredosis de alcohol— pero que ofendió profudamente a sus familiares.

Entonces, el padre de la cantante británica, Mitch Winehouse definió la propuesta como “de mal gusto”, a través de Twitter, y criticó, en The Sun, la utilización de la imagen de su hija por parte del diseñador. “Todavía estamos de duelo por su pérdida, y hemos tenido una semana difícil con el aniversario de los seis meses de la muerte de Amy. Por eso, no nos esperábamos ver su imagen como reclamo para vender ropa. No nos han consultado y ni siquiera se ha hecho una donación a la fundación que tenemos en su nombre”, se quejaba.

 Casi tres meses después, Gaultier trata de acercar posiciones y templar la polémica a través de a Vogue. En ella, asegura que decidió tomar a la cantante como inspiración con la mejor de las intenciones. “Me sorprendió que cuando falleció nadie en el mundo de la moda decidiese hacerle un homenaje. Sus looks eran fabulosos, fantásticos. Era única. Generalmente las actrices y cantantes necesitan el apoyo y el consejo de la industria de la moda. Ella, sin embargo, llevaba el maquillaje correcto, los pendientes correctos... de forma natural. Tenía verdadero estilo, su estilo. Y no solo escogía una pincelada de una tendencia. Me encanta su voz y todo lo que tiene que ver con ella”, declara el diseñador que, en contra de lo que pudiera parecer por su admiración, nunca conoció personalmente a la cantante.

Los propios familiares de Winehouse reconocen el peso de la cantante como icono estético imitado hasta la saciedad. “Estamos muy orgullosos de su influencia en la moda, pero esta no se halla en modelos con velos negros fumando cigarrillos y con un cuarteto de barbería cantando su música con mal gusto”, explicaba a The Sun el padre de la cantante tras el desfile de Gaultier.

A juzgar por estas declaraciones, quizá fue toda la parafernalia que envolvió a la presentación de las prendas lo que ofendió a los Winehouse más que la propia colección. Sobre la pasarela, decorada para la ocasión como una barbería de los años cincuenta, las modelos desfilaban cigarro en mano. Mientras, una banda tocaba en directo algunos de sus éxitos de los dos únicos álbumes que publicó en vida: Frank y Back to black. Con este último saltó a al estrellato global y obtuvo cinco premios Grammy.

Pero no sólo fue famosa por su música. Ocupó miles de páginas por sus poblemas con el alcohol y las drogas y sus entradas y salidas de centros de rehabilitación. Una provocadora presonalidad sumada a un estilo único: la combinación perfecta para convertirse en mito. Calificativo que acompaña casi siempre a su nombre desde que el 23 de julio de 2011 falleciera de forma “no intencionada”, después de haber consumido cinco veces más alcohol que el permitido para conducir en Reino Unido.

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