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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Para morirse de la risa

Terrible problema: la gente se muere cada vez más tarde

MARCOS BALFAGÓN

Nos vendían la idea del alargamiento de la esperanza de vida como si fuera un avance de la humanidad, pero el Fondo Monetario Internacional (FMI) nos ha abierto los ojos al descubrir "el riesgo de que la gente viva más de lo esperado". O sea, que la longevidad es un riesgo. En el siglo XVIII los europeos solo contaban con vivir 40 años, mientras que los bebés de los tiempos presentes llegarán (de media) al doble. La culpa es de lo que ustedes se imaginan: la mejor atención sanitaria, el desarrollo económico, la ausencia de grandes guerras... Es decir, cosas por las que la gente común y corriente cree que merece la pena vivir.

¿Qué ha fallado aquí? Se había contado con una "desaceleración" en el crecimiento de la esperanza de vida en los países desarrollados, pero los continuos avances médicos lo están estropeando. Encima, en las economías emergentes también mejora el nivel de vida y se usan más servicios médicos, ergo la gente tardará más en morirse. ¿Y quién va a pagar la sanidad y las jubilaciones? A ver.

En el fondo, se trata de un problema muy serio: alerta de los problemas de financiación de las pensiones y de la necesidad de retrasar la edad de jubilación. Pero la tecnocracia es lo que es. En vez de sensibilizar a la población sobre tales asuntos, plantea como un gravísimo problema vivir más tiempo, lo cual a unos les aterrorizará y a otros los matará de risa. La mentalidad de algunos de los técnicos es que piensan que la mejor gestión del paro es eliminar las subvenciones a los parados o, como en el informe de marras, que lo de vivir más representa una catástrofe financiera. El jefe de los estudiosos que así se explican es el director de Mercados de Capitales del FMI, por cierto un compatriota: José Viñals, ex subgobernador del Banco de España.

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El FMI urge a que se actúe "cuanto antes", pero haríamos mal en interpretarlo como una invitación a la degollina. Sobre todo en España donde, vaya por Dios, tenemos una de las longevidades más altas del planeta: 81,87 años de media. Eso sí, ahora son ocho centésimas menos que en 2010. ¿Esto les parecerá una "desaceleración" suficiente a los estudiosos del FMI?

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