Mariánské Lázně: donde a Goethe le dieron calabazas
Mi recorrido por la región checa de Bohemia prosigue por ciudades llenas de edificios históricos y casco urbanos hechos a medida del peatón.
Una de ellas es Cheb, con una gigantesca plaza mayor en pendiente donde no hay un ladrillo que desentone. Y otra, Františkovy Lázně, un balneario de decimonónica elegancia.
Pero si he de quedarme con una sería con Mariánské Lázně (Los baños de la Virgen María, en checo), una ciudad-balneario construida hace 200 años para darle gusto al cuerpo que sigue, a pesar de guerras, revoluciones e invasiones soviéticas cumpliendo esa misma misión. Mariánské Lázně es una ciudad atípica porque el 90% de sus edificios son hoteles y termas construidos en torno a una serie de fuentes termales.
En Mariánské Lázně pasaron muchos veranos Chopin (a quien le dedican cada verano un festival de música en el salón de Mármol del hotel Nove Lazne, el más antiguo y elegante de la ciudad) y Richard Wagner, que compuso aquí su famosa Lohengrin. También estuvieron Kafka, Freud o Strauss.
Uno de los fijos desde 1820 eraJohann Wolfgang von Goethe, quien por cierto, paseando por las arboledas que salpican la ciudad o quizá escuchando a la banda de música que tocaba (y sigue tocando) todos los días de verano bajo la estética kolonada de hierro forjado (foto de más abajo)se enamoró perdidamente de una bella joven, Ulrike von Levetzow.
El poeta alemán le hizo saber que estaba perdidamente enamorado de ella, pero Ulrike le dijo que nones. No soy un experto en relaciones humanas ni en prensa del prensa del corazón, pero me da en la nariz que la negativa de la joven tendría algo que ver con que ella contaba entonces con 17 años y el autor de Fausto, con 72. “Le quiero, pero como a un padre”, declararía la afectada, demostrando una vez más que las excusas que usamos hoy en día para quitarnos de enmedio a un pretendiente indeseado son tan viejas como el mundo. Seguro que el “me duele la cabeza” o el “nos pueden oir los niños” estaban también en el catálogo de excusas de la generación de la bella Ulrike.
Goethe, despechado, tomó un carruaje hacia Cheb y de allí a Weimar, con la convicción de no volver nunca más a Mariánské. Por el camino, en el traqueteo de la tartana, escribió la que probablemente es su pieza poética más bella: la Elegía de Marienbad (nombre alemán como se conocía entonces al balneario).
Resumiendo: Mariánské Lázně es una joya arquitectónica y un lugar lleno de encanto para desconectar unos días en un viaje por Chequia. Estos días en que la he visitado la edad media de la clientela rondaba los 120 años, pero me juran (y les creo) que es por la temporada; que en verano hay un gran ambiente y gente de todo tipo y edad. En invierno incluso se puede esquiar.
Y lo que es más interesante, hay tanta oferta de alojamiento, desde sencillas pensiones al histórico hotel Pacifik o al elegante Nové Lázně, que es posible encontrar habitación para todo tipo de presupuestos.
Para daros un baño os recomiendo la piscina del hotel Nove Lázně (la que aparece en la foto de arriba). Para una inmersión termal en la historia nada como la Cabina Real, construida para que el muy británico monarca George VII, que también era asiduo veraneante, tomara sus tratamientos medicinales. Tras una restauración, la Cabina Real sigue abierta al público tal cual estaba en 1905 y al módico precio de 40 euros por baño.
A ese precio, ¿quién se resiste a ser rey de Gran Bretaña por una hora?
Nota: como el idioma español es ente vivo, rico y extremadamente variado, aclaro para aquellas zonas hispanohablantes donde no se entienda el título que según la RAE, "dar calabazas" es una expresión coloquial que significa "rechazar a un pretendiente amoroso".
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