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Joselito, según Joselito

El torero, figura en los noventa, desvela en un libro una vida que comenzó entre drogas y acabó por la puerta grande

José Manuel Arroyo, 'Joselito'
José Manuel Arroyo, 'Joselito'GTRES

A los que me quieren y a los que me odian”, con esa dedicatoria arranca la autobiografía del ídolo de Las Ventas. Siempre le acompañó un halo de tristeza y una leyenda negra. A José Miguel Arroyo Delgado, Joselito en los carteles, nadie le regaló nada. En la madurez de su vida, sin necesidad aparente, el torero se ha enfrentado a uno de los toros más difíciles, contar su vida sin tapujos en forma de libro. Joselito, el verdadero, (Espasa) cuenta cómo el niño que vivía en el barrio de la Guindalera luchó por salir de la marginalidad soñando ser figura del toreo.

El aprendizaje. “Las clases en la Escuela Taurina suponían un cambio drástico con el ritmo de vida que llevaba: de andar suelo por Madrid, haciendo lo que me daba la gana, a reunirme con gente más mayor y sin poder hacer ni una tontería, porque rápidamente te leían la cartilla”. Huérfano de padre y afectos, pasaba de alumno ejemplar en la Escuela de Tauromaquia a rebelde indomable. Tan solo el encuentro con el que el considera su padre verdadero, Enrique Martín Arranz, y el toreo sirvieron para encauzar una personalidad atormentada.

Las drogas. “Empezó a funcionar poco a poco el negocio hasta que mi casa acabó convertida en un hervidero de drogas. En los armarios, en la cocina, por los cajones, en váter, había kilos y kilos de hachis y pasaba por allí cada uno con cada pinta...”

Sobre Enrique Ponce. “Desengañate, Enrique. Tú ni soñando llegarás a torear como yo despierto.

Sobre Jesulín. “Si él mismo no se respetaba no tenía porque hacerlo yo.”

Sobre José Tomás. “Qué va a ser bruto, lo que tiene es dos cojones que le arrastran”.

Sobre Ortega Cano. Ha sido un torero muy bueno y con una profundidaz espectacular, de los más horados. Lástima de estas historias de última hora”.

Millonario y rojo. "Habrá quien piense que soy un millonario que quiere ir de rojo y de alternativo, pero ese es mi gran problema: que los de derechas me rechazarán por mis querencias políticas y los de izquierdas porque tengo dinero".

Gabriel García Márquez. “Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez me enganchó definitivamente a la lectura. Ahora leo de todo. Me gusta mucho Vargas Llosa, que ha sido la única persona a la que he pedido un autógrafo en mi vida”.

De mangui a señor. “¿Quién le iba a decir a aquel macarrilla que yo era, a aquel Mangui con chupa de cuero que robaba relojes y radiocasetes en los descampados, que pasado el tiempo le iban a poner delante una tarjeta con el tratamiento de Excelentísimo Señor. La verdad es que todavía no sé muy bien cuál de los dos es el veradero Joselito”. Así concluye el libro

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