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Él decide quién triunfa en Hollywood

Kevin Huvane es el mánager más poderoso de la industria del cine. Y el más temido Representa a pesos pesados como Meryl Streep, Sandra Bullock o Brad Pitt

Tom C. Avendaño
Kevin Huvane, con Meryl Streep, en el baile del Gobernador, la fiesta oficial de los Oscar, en 2010
Kevin Huvane, con Meryl Streep, en el baile del Gobernador, la fiesta oficial de los Oscar, en 2010VALERIE MACON (GETTY)

A principios de este mes, Hollywood vivió una conjunción de estrellas que parecía sacada de la saga de Ocean’s eleven. George Clooney y Brad Pitt encabezaban la lectura de un texto de Dustin Lance Black –nuevo guionista estrella desde que ganara el Oscar por Mi nombre es Harvey Milk– bajo la dirección de Rob Reiner, el poderoso productor y director de Cuando Harry encontró a Sally. El objetivo de esta puesta en escena: cuestionar la legalidad de la Proposición 8, que eliminó el derecho de las parejas del mismo sexo a contraer matrimonio en California. Los artistas se llevaron la foto, pero nadie habló del señor trajeado, de mirada fría, estupendo pelo rubio y tez de treintañero a sus 53 primaveras que, sentado entre el público, velaba por que todo discurriera con éxito. Era Kevin Huvane, y la mayoría de los artistas que participaron en tan mediática producción le pertenecían.

“Los actores, el guionista y posiblemente la obra teatral entera. De Huvane se pueden decir muy pocas cosas de forma oficial, pero parece que todo aquel proyecto fuera cosa suya. Hollywood es básicamente suyo”, ilustra Mike Nilon, un agente de Los Ángeles que hasta noviembre trabajaba para él. Huvane es uno de los ejecutivos de la agencia de representantes más poderosa de Hollywood, Creative Artists (CAA). Representa a Brad Pitt, Tom Cruise, Meryl Streep, Oprah Winfrey, Jennifer Aniston, Sandra Bullock, Miley Cyrus, Nicole Kidman y una veintena de las estrellas mejor pagadas del cine. De su vida se sabe bastante poco. Aunque su exempleado se atreve a esbozar que “es como una pelícu­la de Scorsese a la que nunca le llega ese segundo acto en el que cae el imperio mafioso”.

Más allá de la leyenda negra, se impone la evidencia: Huvane reina en una industria de glamour, excesos, chantajes y traiciones. Si un estudio quiere a uno de sus actores en una película, él tiene músculo suficiente como para imponer al actor secundario, al director y a quien le plazca. Reconocido homosexual, se deja ver, según ha publicado The New York Post, en fiestas rodeado de jóvenes musculados y sin camiseta. En diciembre de 2003, se compró una mansión construida en los años treinta de unos seis kilómetros cuadrados al lado de la de Tom Cruise, en el mejor barrio de Beverly Hills. Cuando la puso a la venta en 2007, todavía no había vivido en ella. Solo había pagado a los jardineros para que le cuidaran el césped y le regaran las plantas. La vendió, sin renovar, por 15 millones de dólares.

“Se puede decir poco de él de forma oficial. Hollywood es suyo”, dice un exempleado

La publicación de unas fotos desfavorecedoras de alguno de sus representados basta para que se enemiste aleatoriamente con los medios. Mientras, mima a sus estrellas favoritas. El pasado octubre, cuando el hijo de Sandra Bullock cumplió un año, Huvane le regaló un andy warhol valorado en 14.000 dólares (al agente se le estiman ganancias anuales en torno a los 50 millones). La respuesta de Bullock, en la revista Us Magazine: “Gracias por no ser un puto tacaño y regalarle a mi hijo su primer warhol”.

A otras las trata con más dureza. Hacia 2005 aceptó representar a Vera Farmiga (nominada al Oscar por Up in the air) tras la insistencia del mánager de esta. Farmiga se lamentó, durante una reunión, de los pocos papeles a los que puede aspirar una actriz de más de 40 años. Huvane le replicó: “Con esa actitud no vas a llegar a ninguna parte”. Le consiguió el único papel femenino en Infiltrados, la película que ganaría el Oscar al año siguiente, y luego dejó de representarla.

Su estilo de hacer negocios es heredado. Lo inventó su mentor, el fundador de CAA Michael ­Ovitz. Tras fundar la agencia en 1975, Ovitz llegó a amasar tantas estrellas en los ochenta que cuando un productor le pidió a Tom Cruise para Rain man, él impuso a Dustin Hoffman como secundario y a Barry Levinson como director. Ovitz dejó CAA a mediados de los noventa y delegó la dirección en sus ejércitos de aprendices.

Ese es el principal problema de Huvane, que no está solo ni en el nombre. Su hermano Stephen también es agente y lleva años compitiendo con él por el papado de Holly­wood. Representa en exclusiva a Gwyneth Paltrow y a Anne Hathaway. Comparte con su hermano a Jennifer Aniston y Julianne Moore. Pero Kevin se sabe el ganador. Cuando Meryl Streep se hizo con el Globo de Oro este año por el papel que luego le daría el Oscar, a quien dio las gracias fue a él. 

¡Fuera de mi fiesta!

En el trabajo de Kevin Huvane, su vida social y personal son dos valiosas herramientas. Acompañó a Sandra Bullock, por ejemplo, cuando esta estaba tramitando su divorcio. En septiembre de 2010, el agente fue fotografiado divirtiéndose con ella en uno de los bares gais de West Hollywood, The Abbey, en compañía del dueño del local y varios gogós ataviados únicamente con bañadores ajustados. Al rato, el enjambre de paparazis que se congregó para lograr la foto de Bullock en un bar gay les obligó a salir de allí.

Nada que ver con lo que ocurrió en la fiesta que Huvane celebró tras los Globos de Oro de 2009. Según el ‘New York Post’, Paris Hilton intentó colarse sin invitación al guateque del hotel Sunset Towers, en el que ya estaban Tom Cruise, Leonardo DiCaprio, Brad Pitt, Cameron Diaz, Angelina Jolie, Sting y gran parte de los agentes de CAA. En cuanto el mánager la vio, llamó a los porteros con poco disimulo, gritando: “¿Quién ha dejado entrar a esta? No está invitada y más vale que alguien la saque de aquí de inmediato”. Según el tabloide, la seguridad del hotel encontró a Hilton metida en el baño, supuestamente esperando a que Huvane se hubiera olvidado de ella.

Podría haber sido una forma de recuperar la imagen de inalcanzable exclusividad que había perdido por otra fiesta que había organizado en abril de 2008. Se trataba del cumpleaños de Joe Francis, una de las personas menos gratas de Hollywood por producir una serie de DVD llamada ‘Girls gone wild’, en la que el propio Francis filma a jovencitas anónimas y ebrias en una suerte de ‘reality soft porn’. Que el cumpleaños de alguien tan repudiado se celebrara de mano de alguien como Huvane ultrajó a buena parte de la sociedad de a pie de Hollywood. Según Deadline.com, no era más que una compensación porque Francis le solía prestar su mansión en Punta Mina (México) para hacer fiestas en Navidad, Año Nuevo y Pascua. Añade la web que cuando Huvane no está ocupando esa mansión con fiestas, manda allí a sus clientes.

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Sobre la firma

Tom C. Avendaño
Subdirector de la revista ICON. Publica en EL PAÍS desde 2010, cuando escribió, además de en el diario, en EL PAÍS SEMANAL o El Viajero, antes de formar parte del equipo fundador de ICON. Trabajó tres años en la redacción de EL PAÍS Brasil y, al volver a España, se incorporó a la sección de Cultura como responsable del área de Televisión.

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