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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Otra vez el Peñón

´Cameron se ha enrocado y no habrá acuerdos, ni proceso de negociación sobre la soberanía

SOLEDAD CALÉS

Cada nuevo Gobierno se inventa algo sobre Gibraltar, como  si esta debiera ser realmente la prioridad de la política exterior española en tiempos tan difíciles. Josep Piqué, jefe de la diplomacia con Aznar, trabajó sobre la propuesta británica de una “cosoberanía”, pero el proyecto abortó tras un referéndum en contra organizado por el Gobierno gibraltareño. Cuando llegaron los socialistas, Miguel Ángel Moratinos fabricó un “foro tripartito” con españoles, británicos y gibraltareños, que al PP le pareció peligrosísimo porque sentaba a estos en un plano de igualdad con los representantes de dos Estados soberanos. Y el nuevo ministro de Exteriores, José Manuel García- Margallo, ha intentado convertir el terceto en cuarteto, añadiendo a las autoridades del Campo de Gibraltar (y si acaso de Andalucía) como parte dialogante, pero británicos y gibraltareños se niegan. David Cameron se ha enrocado y no habrá acuerdos, ni proceso de negociación sobre la soberanía, sin el beneplácito previo de los gibraltareños. El propio Mariano Rajoy ha propuesto en Londres un diálogo y se ha encontrado con la negativa del premier. Hace 10 años que España y Reino Unido no hablan de soberanía, y parece que el asunto va para largo.

Mientras tanto, el Gobierno de la Roca, confortado por la robusta posición de su primo de zumosol, ha desvelado un plan para potenciar Gibraltar como centro internacional de servicios financieros. Dados los antecedentes del Peñón como paraíso fiscal, conviene seguir de cerca tales pretensiones. De paso, el Gobierno de la Roca se permite calificar de “anacrónica” la reclamación española de soberanía sobre Gibraltar, cuando lo único verdaderamente anacrónico es que aún exista una colonia de un Estado de la Unión Europea en el territorio de otro Estado miembro.

Tal vez España oculta una carta en la bocamanga: su nuevo representante en Londres. Aunque se sabe de anteriores embajadores que no fueron tenidos en cuenta para la cuestión gibraltareña,  que Federico Trillo sea el próximo da bastante que pensar. Curtido en la defensa del islote de Perejil y en otras muchas batallas, Trillo tiene por delante una nueva ocasión de sorprendernos.

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