La contrarreforma laboral
Como ya estaba más que anunciado, la reforma laboral o decretazo del señor Rajoy ha puesto de manifiesto un recorte sin precedentes en los derechos de todos los trabajadores españoles desde la aprobación de la Constitución de 1978. Así, por ejemplo, no ha hecho falta que el Gobierno español, como el griego se comprometa con Bruselas en despedir a 15.000 empleados públicos, la propia naturaleza de la reforma ahora emprendida permitirá que tanto Ayuntamientos, Diputaciones, Comunidades Autónomas, Administración Central o empresas públicas puedan acogerse más fácilmente a ERE, lo que sin lugar a dudas, propiciará que el número de empleados públicos que cesen en sus puestos por causas objetivas supere los del país heleno, eso sí, de manera más sutil.
La reforma está planteada para crear empleo, pero ¿qué tipo de empleo? Si nos detenemos en analizar la propuesta para uno de los colectivos más castigados por la crisis, personas con discapacidad reconocida, podemos concluir que la precariedad en la forma contractual es la nota dominante, dado que si desmenuzamos el texto aprobado en lo que se refiere a la contratación de discapacitados en aprendizaje o formación, tenemos que se mantiene que no hay límite de edad para contratar a este colectivo, pero, además, y aquí está la novedad, una vez expirado el primer contrato formativo, al mismo trabajador se le pueden realizar sucesivos contratos formativos en otra actividad laboral u ocupación, sin límite alguno, es decir, puede permanecer gran parte de su vida laboral en formación por el simple hecho de tener una discapacidad.
Así, y, si continuamos extrayendo conclusiones de esta contrarreforma más que reforma laboral vemos como los trabajadores nos encaminamos a una relación de dependencia con la empresa, quedando siempre a la arbitrariedad del empleador por razón de la productividad, organización o cualquier otra causa, por lo que es ahora cuando todos los trabajadores debemos decir al Gobierno que no todo vale y a cualquier precio para salir de esta crisis.— José Espinar Lort.
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