Cine y pobreza: lejos de Katmandú

He visto esta semana con tedio la películaKatmandú, de Icíar Bollaín. Un verdadera lástima, porque admiro el trabajo de esta directora. Pero al verla no pude evitar la sensación que siento cuando veo las películas "extranjeras" de Ken Loach (Tierra y libertad o La canción de Carla): la sensibilidad de estos directores se transforma rápidamente en clichés y lugares comunes cuando se enfrentan a realidades que les resultan ajenas. Si Flores del otro mundo o Te doy mis ojoseran retratos finos de una sociedad y un momento, También la lluvia yKatmandú describen a trazos gruesos un mundo en el que los héroes extranjeros juegan un papel bastante menos aparente del que nos quieren transmitir sus historias.

Ya lo dijo Boyero: "Ay, las buenas intenciones". Y yo soy 'boyerista', a qué negarlo.

El caso es que esta película me ha hecho pensar en los buenos retratos que el cine y la televisión han hecho de la pobreza y de los (anti)héroes que se empeñan contra ella. Son casi siempre historias sutiles, de perdedores, en las que el guión y la dirección demuestran una empatía profunda con una realidad que han pisado.

Comparto aquí algunas de mis favoritas, pero seguro que a ustedes se les ocurren otras ideas que pueden compartir en los comentarios:

- Las uvas de la ira:Si no han visto esta película de John Ford (con Henry Fonda, a partir del libro de J. Steinbeck), precipítense a su videoclub. Una historia escrita hace 70 años que les ayudará a entender problemas rabiosamente actuales, como la discriminación de los inmigrantes o la pobreza rural. (Los vagabundos de la cosecha, publicado en España por Libros del Asteroide, ofrece los reportajes del mismo autor que dieron lugar a este libro. Imprescindible.)

- Plácido: Mi favorita. Un retrato cómico y amargo de la España de posguerra, donde la pobreza se convierte en una especie de juego de sociedad. "Porque en esta tierra ya no hay caridad, ni nunca la ha habido, ni nunca la habrá...", canta un niño al final de la película. Todo Berlanga y Azcona son, en realidad, un monumento a la empatía y a la ternura.

- The Wire: Yo también tengo mis propios clichés. Habrán oído hablar cien veces de esta serie de culto, pero su guión, sus personajes y su entorno son una tesis doctoral sobre perdedores. Bubbles debería dar nombre a alguna fundación. La cuarta temporada, en particular, aborda las dificultades del sistema educativo en entornos de pobreza. Muy, muy recomendable.

- Un lugar en el mundo: Reconozco que me cargan bastante los diálogos afectados de Aristarain, pero esta película merece (incluso) los soliloquios de Luppi. La lucha por los derechos de los campesinos se convierte en una excusa para expresar la felicidad de quien sigue su vocación. He visto eso a menudo en mi trabajo: la satisfacción entre sueldos bajos, reconocimiento escaso y contextos poco amables.

- Sostiene Pereira:Una buena película sobre un maravilloso libro de Antonio Tabucchi. No habla de pobreza, sino de libertad de expresión y de las consecuencias de ejercerla en según qué momentos (el informe publicado esta semana por Reporteros Sin Fronteras nos recuerda lo poco que han cambiado las cosas en casi cien años). Y trabaja Mastroianni, que es otra debilidad.

No les aburro más. Podría añadir muchas otras: ¡Qué bello es vivir!y su peculiar visión del sistema financiero; cualquier buen filme del neorrealismo italiano como El ladrón de bicicletas o Rocco y sus hermanos; las maravillosas Barrioy Los lunes al sol;las impactantesSlumdog Millionaireo Ciudad de Dios; y un amigo me hace un par de recomendaciones clásicas que no he visto: Los viajes de Sullivany El pan nuestro de cada día.

Demasiadas para una sola entrada de viernes. Espero sus propias recomendaciones.