Arquitectura de resistencia
FOTO: Santos-Díez/BISimages
Divide y vencerás. Escucha y aprenderás. Una decisión –disgregar- y una reflexión -atender al lugar- están detrás de la propuesta arquitectónica del Centro Socio cultural de Teo en A Coruña. Se trata de trabajar con poco, pero también de incorporar el paso del tiempo como un factor más del diseño.
El parque de Los Tilos, a las afueras de Teo, en A Coruña, es uno de esos rincones aliado con la lluvia que, de no estar en Galicia, reflejaría el lado más duro del paisaje doméstico de la periferia. La hierba lo salva. El verde en esa zona cubre de un manto uniforme vacíos urbanos y edificios maltratados y convierte un descampado en un prado. Algo así sucede en este parque que se percibe más como naturaleza que como jardín.
En un espacio así, en los bajos del pueblo y junto a la sutil piscina al aire libre envuelta en muros devorados por las pintadas -que Carlos Quintáns diseñó hace unos años- los arquitectos Jacobo Fernández Malde, Santiago Rey, Blanca Carballal e Ismael Ameneiros levantaron un centro socio cultural para “tratar de regenerar la zona”.
La idea no era hacerse ver sino integrarse en un entorno que, de nuevo, el pasto y la lluvia dulcifican. Pero lo cierto es que los tres cuerpos del edificio -de distinto tamaño pero hermanados en materiales y volúmenes- forman un nuevo lugar a la vez que componen los primeros peldaños de una escalera de ascenso (a los bloques de vivienda y a la mejora del barrio). Así, integrado y destacado, el centro social es nuevo en el vecindario y, sin embargo, parece que siempre hubiera estado allí, como la propia hierba. La arquitectura es así la decisión de apurar recursos e ideas y, al mismo tiempo, una ventana abierta a lo que se puede lograr desde la escasez.
Con tableros de DM (contrachapado de fibras de densidad media), tableros de pino macizo, estructura de madera laminada y acero galvanizado en caliente, carpinterías de aluminio y remates de zinc, los arquitectos idearon una suma de edificios capaz de formar una plaza, otro espacio al aire libre que, elevado sobre una plataforma de hormigón, sirve además de distribuidor y de acceso a las diversas aulas-edificio. Así, los tres volúmenes se posan en el parque casi como arquitecturas temporales. Salvo por la plataforma podrían volver a convertirse en tableros. A su vez, el bajo coste en los materiales da la mano a la facilidad, al cuidado puesto en el mantenimiento. No se trata ya de no epatar con el discurso, no es cuestión solo de trabajar la discreción, lo que estos arquitectos plantean es la responsabilidad del proyectista en el futuro de su edificio: uso y mantenimiento. Realizado con tableros de maderas autóctonas, este centro social prevé su envejecimiento como parte de su asentamiento en el paisaje. Mínima conservación y máxima flexibilidad es la idea de estos proyectistas a la hora de dibujar un espacio público.
Presupuesto de ejecución material, edificación y urbanización: 949 €/m2
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