Pan para hoy... y para mañana
La semana pasada estuvimos haciendo pan. Unas cuantas madres y algún padre blogueros con nuestros niños, en uno de los colacaos (como llamamos en el diario a los eventos o actividades a los que nos invitan a los periodistas) más divertidos a los que he asistido. La idea era que un panadero de la Escuela de Panadería de Madrid enseñase a los pequeños a hacer pan mientras una nutricionista nos explicaba a los mayores la importancia de este alimento. En la práctica, los padres nos lanzamos, con la excusa de ayudar a los niños, a hacer figuritas de lo más diversas con la masa, como tortugas, caracoles, flores, Bob Esponja y hasta un campo de fútbol. Una especie de plastilina más blandita y que algunos de los pequeños se lanzaron a comer en crudo, despreciando los montaditos de jamón que nos ofrecieron de merienda.
La actividad formaba parte de Pan Cada Día, una iniciativa en la que participa casi todo el sector en España, ante el descenso en el consumo diario de este producto. Supongo que la idea generalizada de que el pan engorda está detrás de esta tendencia, pese a la cual, las cifras de sobrepeso y obesidad no dejan de aumentar. ¿Y engorda? Pues en los adultos depende de la cantidad que se consuma y la actividad física que se haga, nos explicó Rosa García, la nutricionista (en la web de la iniciativa podéis ver las respuestas a preguntas frecuentes).
En los niños, que no paran, el consumo diario recomendado es de unos 200 gramos, repartidos en cinco comidas. Por ejemplo, según García, es una buena idea recuperar el bocadillo en la merienda (el pan está compuesto por harina, agua, levadura y sal) frente a la bollería industrial.
Otras curiosidades que aprendí mientras esperábamos a que se horneasen nuestras obras de arte: la corteza y la miga son lo mismo, solo que la corteza está deshidratada por el horneado. El pan de molde alimenta igual, solo que tiene conservantes; lo mismo sucede con el que se vende tostado, que además tiene colorantes para que presente ese color dorado uniforme.
Nos fuimos a casa con dos bolsas llenas de figuritas de pan que David y Natalia se fueron comiendo durante el atasco de vuelta. ¡Es un alivio saber que algo que está tan bueno es también (sin abusar) sano!
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