Extreme 40: navegando a 70 km/h en un "Formula 1" del mar

La razón que me llevó estos días pasados hasta Almería fue la invitación a participar como tripulante en una regata de Extreme 40, una clase de catamarán de 12 metros de eslora y 100 metros cuadrados de superficie vélica (más otros 78 metros2 del spinnaker) considerado uno los barcos más rápidos del mundo. ¿Cómo rechazar semejante bicoca?

La oferta era participar en una manga delExtreme Sailing Series, un circuito de regatas de este tipo de catamaranes que se celebra en diversas ciudades del mundo y siempre en formato estadio: el campo de regatas estádentro o muy próximo al puerto, para acercar la vela al gran publico y que los espectadores puedan seguir la competición de cerca y casi tocar con sus manos estos Fórmula 1 del mar. La de Almería es la única prueba del calendario de los Extreme Sailing que se celebra en España: la siguiente será en diciembre en Singapur.

¿Qué se siente al volar sobre un cacharro que cuesta un ojo de la cara y del que solo hay 20 unidades en el mundo? Pues mucha adrenalina, y eso que el sábado “solo” soplaban 15 nudos en el puerto de Almería y nos quedamos lejos de los 75 km/h que pueden alcanzar de velocidad punta. Aún así, cuando un X40 levanta un patín y se desliza sobre la olas casi sin rozamiento, sientes que el alma se te va hacia adelante pero el cuerpo se queda atrás.

Además, uno, en el fiel cumplimiento de sus labores periodísticas, iba con una cámara de vídeo en una mano, lo que quiere decir que solo me quedaba otra para agarrarme como una lapa a cualquier cosa fija antes de caer rodando por la red y dar con mis huesos (y me preciada cámara) en el agua en cualquier bordo o trasluchada.

Participé como “quinto tripulante” (en un Exteme 40 navegan cuatro) en el barco Team Extrem, uno de cuyos integrantes era el gallego Antón Paz, medalla de oro en clase Tornado en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 (un tipo amable, sencillo y cariñoso; ¡es maja esta gente del mar!). Nada más subir recibí las instrucciones que se le dan al quinto tripulante: ¡No hagas nada, no toques nada! Amén.

Así que allí estuve durante toda la manga, agarrado como un gato en peligro con mi única mano libre a la red que une ambos patines, sin molestar ni dar poblemas, viendo en directo lo dura y cansada que es la vida de una tripulación en una regata de alto nivel, sintiendo en la cara la fuerza del viento, embriagándome con el olor a mar.

Por cierto, quedamos los undécimos…. de 11 competidores. ¡No siempre se puede ganar! Mis compañeros me juraron que no tenía nada que ver con mi sobrepeso, aún así, mañana me pongo a régimen (por si me llaman para Singapur).

Aquí va 1 minuto y 20 segundos de adrenalina:

Música: New Jungle