A la vejez, 'it-girl'
Con tanta prima de riesgo y tanta crisis de infarto, los periodistas están a por uvas, te lo digo yo, que soy especialista en corazón. Últimamente, la media de edad de las chicas de portada ha subido décadas y nadie les ha echado cuenta. Cayetana de Alba a sus 85 años, Carmen Thyssen
a sus 68, y Marina Danko a sus 57, llevan semanas lanzando un mensaje al mundo. No nos venden su último relleno de labios, su enésima casa de campo o su nueva colección de bolsos. No. Hablan de amor, despecho, pasión. De esta vida loca o perra, según les vaya la feria. Se casan, se separan, se pelean con hijos y nueras. Se ponen el mundo por montera pasados los 55, esa es la buena nueva. El suyo sí que es un otoño caliente y no el de Angela Merkel.
Ya lo dice Jane Fonda: tranquilas, chicas, hay sexo después de los 70. Que se pone a tono con testosterona, dice, cuál es el problema. ¿No llevan ellos una década viniéndose arriba a base de Viagra? La que está como nunca es la duquesa. No hay más que ver las carantoñas que le hace a su chico, ese señor tan solícito. Que él es más joven, la critican. Un adolescente, no te digo. A los 60 ya es mayor para ser un toy-boy como los de Madonna, pero la lleva de paseo, la jalea y la tiene como a una reina. A él no sé, pero a ella seguro que le compensa. Novia a los 85, si eso no es ser pionera, que venga la Woolf y lo vea.
La baronesa, en cambio, está que da las muelas. Que va a demandar a la productora de su biopic, amenaza. Pobres abogados, no les arriendo la ganancia. Ella es muy capaz de decir una cosa y la contraria sin que se le mueva un pelo del cardado que se ha hecho esta mañana. Una vez se quedó en cueros delante de mí en una entrevista y luego dijo que no hubo confianza, palabra. Cuanto más se destapa ella, más se cubre su nuera. Ahí tienes a Blanca Cuesta convertida en novicia carmelita en el cumpleaños de María Zurita. Debió de pensar que no está fino ir con ellas en bandeja a un evento de la realeza.
Marina Danko sí que ha dado la campanada. Después de 34 años de perfecta casada, va su esposo y la echa de casa. Se la ve triste pero liberada, más vale tarde que nunca. Dicen que ya tiene quién la consuela, no me extraña. Está mejor que él de aquí a Lima, aunque sea colombiana. Ahora que, para luchadora por la fama, Rosa Benito. La ganadora de Supervivientes se ha hecho hueco en el ¡Hola! al filo de los 60. "Es mi momento, y si no te gusta, vete a casa", le soltó al marido ante las cámaras. Eso es un empoderamiento en directo y no los fastos del 8 de marzo.
La Fonda, la Thyssen, la Alba. Con el artículo por delante, sí, como divas que son seguro que no les ofende. Eso son it-girls y no Lady Gaga y todos sus estilismos puestos en fila uno detrás de otro. Han hecho toda la vida lo que les ha dado la gana sin dejar de ser unas señoronas como la copa de un pino. A su lado, las Olivias Palermo y las Pippas Middleton de turno aburren que matan. Serán monísimas, irán ideales vestidas y se sacarán mucho partido, pero parecen damiselas de otro siglo. Del XIX, no del XXI.
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