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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

OBRAS MAESTRAS DE BOLSILLO 7: Ni dentro ni fuera: el lugar del verano

Anatxu Zabalbeascoa

“Entre la naturaleza y la tecnología, gana la naturaleza”, escribió Sverre Fehn (1924-2009). Entre el interior y el exterior es mejor que no gane nadie, se deduce de su trabajo. El arquitecto noruego diseñó el que todavía es el mejor edificio de los jardines de la Bienal de Venecia. Y su lección permanece inalterable con el paso del tiempo. El pabellón, que ideó en 1958 para representar a los países nórdicos, se impuso a los proyectos que Reima Pietila envió, desde Finlandia, y Klas Anshelm desde Suecia. El edificio era, es, una arquitectura pensada para el lugar y desde el lugar. Pero también tenía en cuenta el tiempo. Todos los tiempos: el paso de los años y el de las estaciones. El paso de casi cinco décadas no ha hecho mella en la estructura de hormigón blanco (mezcla de arena blanca, cemento blanco y mármol triturado) que refleja la luz del norte. Sin embargo, el paso de las horas, y el de las estaciones, sí transforma ese rectángulo de 400 metros cuadrados abierto por dos de sus lados. Es esa falta de cerramientos (en realidad puertas correderas de vidrio con carpinterías de madera), son esas aperturas las que hacen de un prisma un espacio indefinido y doblemente rico, algo que fascinaba a Fehn cuando en sus viviendas subrayaba la importancia de los lugares indefinidos que no son ni interior ni exterior. O que consiguen ser las dos cosas a la vez.

          Fueron los esbeltos árboles del lugar los que dictaron la forma de la retícula ortogonal del pabellón, ideada para salvarlos. Hoy los troncos y las copas atraviesan y acompañan al edificio. Para atravesarlo con naturalidad, el arquitecto empleó como cubierta una celosía reticular de vigas de hormigón armado que se cruzan sin encontrarse al estar situadas en dos niveles distintos. La celosía también matiza el sol del verano. Recoger la luz en los muros claros, o no dejarl entrar el calor, deshacer el muro pero guardar la espalda, la sencillez del pabellón de Sverre Fehn en Venecia plantea algunos de los retos más complejos de la arquitectura a partir de decisiones claras. Es un edificio sencillo capaz de contentar al habitante (usuario), al programa (con luz indirecta sobre las piezas expuestas), al lugar, a su vegetación y, por supuesto, al paso del tiempo que se detiene en él. Y lo hace cambiar.

 

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Comentarios

Potente imagen la de este pabellón donde la naturaleza forma parte de la arquitectura.
armoniosa, bella y respetuosa integración entre lo natural y lo artificial.
Precioso espacio, estuve hace poco y no lo conocia, me pareció un gran proyecto.
En su Essai Sur L'Architecture de 1753 el abate Laugier exigía al arquitecto la total justificación de todas sus decisiones (constructivas) mediante el uso de la razón. "Los únicos elementos autorizados son el pilar, el forjado, los cimientos y el muro desnudo. Si dichos elementos se disponen y dibujan según las reglas, no hay necesidad de nada mas para completar el edificio".El padre de la arquitectura racionalista bramaba contra aquellos que utilizaban formas –obviamente- posibles pero injustificables desde cualquier parámetro ajeno al del gusto (y su filiación con decorar, muy distinta al decoro).El pabellón de los Países Nórdicos en Venecia (1961-1962) de Fehn es una colosal planta libre supercorbuseriana soportada por una única jácena y dos pilares que se abren para permitir el paso de un árbol. Resulta sorprendente (y bello, seamos sinceros) comprobar cómo el peso de las justificaciones estructurales de la arquitectura francesa (desde Viollet-Le-Duc hasta Prouvé) se pliega al genio del lugar. Y es que esos 4 árboles (el de “fuera” y los de “dentro”) ya estaban ahí, Fehn (y su metafísica arquitectura) llegaron después.
Excelente comentario de Miguel. Enriquece este post. Enhorabuena.
Que excelentes construcciones los diseños y la arquitectura esta increible, con espacios preciosos
Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
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