"Confío en una tercera España que supere los antagonismos"
Fernando Rodríguez Miaja muestra ese tipo de afablidad que sólo las personas con mucho mundo administran con su desenvoltura. Inteligente y sincero, este ovetense de buen traje sastre, sin corbata, expresa con claridad sus juicios y opiniones. Parece que tuviera apenas 70 años pero es, en verdad, nonagenario. Nació en agosto de 1917. Siendo apenas un muchacho se vino a Madrid para hacerse ingeniero de Caminos, pero el 18 de julio le sorprendió el alzamiento franquista contra la legalidad republicana y pasó a engrosar las filas del Ejército Popular como teniente de Ingenieros. Sin embargo, no combatió armas en mano en los frentes, aunque libró un combate más singular si cabe y del que él es penúltimo testigo, como sobrino carnal y yerno del general José Miaja, heroico defensor de Madrid junto con miles de hombres y mujeres de la República, Fernando asistió al general como secretario personal y presenció a su lado los principales acontecimientos políticos y militares en que se vio concernida de la Junta de Defensa. durante el sangriento cerco franquista. Es, con Santiago Carrillo, el último testigo vivo de aquerlla memorable Junta de Defensa que dirigió la resistencia en el Madrid de 1936 a 1939.
"Encuentro Madrid crecido. En la plaza de Colón terminaba la ciudad"
Pregunta. ¿Cómo recuerda el Madrid de aquellos días?
Respuesta. Uno se acostumbra a todo, menos a morir. Tal vez por eso, madrileños y madrileñas aguantaban el cañoneo incesante al que Franco sometió Madrid durante tres años y cuando amainaba, salían a la calle y hacían su vida con toda la normalidad posible.
P. ¿Encuentra Madrid muy cambiado?
R. Cambiado no, crecido. Tenga en cuenta que en la plaza de Colón terminaba la ciudad y todo lo demás eran praus, como decimos en Asturias.
P. Hay quien dice que un ejército de albañiles retuvo al ejército profesional de Franco en las puertas de Madrid durante tres durísimos años.
R. Hombre, yo no caricaturizaría aquel ejército de esa manera.
P. Me refiero a las dificultades habidas hasta que se vertebró militarmente la defensa.
R. Lo cierto es que cuando estalló el levantamiento, buena parte del Ejército, de la Guardia Civil y de la de Asalto se pusieron al lado de los alzados y desde luego, tenían un ejército mucho mejor organizado. Pero los milicianos aguantaron el tirón y gracias a ellos se pudo crear luego un ejército regular. Yo mismo pertenecí al Ejército Popular de la República como teniente. Costó trabajo montarlo, pero se hizo.
P. ¿Cómo fue a dar al Estado Mayor?
R. Asistí al general Miaja como secretario personal durante aquellos años. Al comenzar la guerra tenía 19 años y cuando terminó, 22.
P. ¿Fue cierto el hallazgo de un plan de batalla en un carro de combate del ejército franquista en el barrio de Usera, plan de batalla que permitió defender Madrid de un inminente asalto?
R. No recuerdo si fue en Usera pero lo cierto es que aquellos documentos le fueron requisados al oficial que dirigía el carro (y que murió el ataque) y con ellos, el general Miaja tuvo que decidir si se trataba de una estratagema de intoxicación o de un verdadero plan de combate. Miaja optó por creerlo verdadero y acertó. Pero la defensa de Madrid recayó también en los milicianos que vertebraron una resistencia heroica.
P. Se ha dicho que la familia del general Miaja era conservadora.
R. Falso, de toda falsedad. De conservadora, nada. Su padre era un progresista, técnico de la fábrica de armas de Oviedo. Pertenecía al partido de Melquíades Álvarez.
P. ¿Desmiente pues que Miaja fuera de la UME (organización militar derechista)?
R. Si lo hubiera sido no le hubieran detenido con toda su familia los franquistas en Melilla el 17 de julio de 1936. Mi esposa, Pepita, que acaba de fallecer hace poco, cumplió sus quince años en la cárcel, junto a su padre, destinado entonces en aquella ciudad. Poco antes, cuando Franco fue nombrado Jefe de Estado Mayor, envió a Miaja desterrado a Lérida.
P. ¿Qué episodio de la Guerra Civil mantiene aún más enigmas por desvelar?
R. Los últimos días, precisamente en Madrid.
P. ¿Por qué se rindió la ciudad a Franco?
R. La rindió el coronel Casado que protagonizó en una especie de miniguerra civil dentro de la guerra civil.
P. ¿Cree que Casado hizo bien o hizo mal en rendirse de aquella manera?.
R. Casado se equivocó.
P. Porque Franco no respetó ningún acuerdo...
R. No hubo acuerdo alguno. Franco no admitió nada.
P. ¿Qué actitud tomó el general Miaja ante aquellos hechos?
R. Al escuchar al coronel Casado y al político Julián Besteiro (dirigente socialista) dirigirse al paìs por radio y oirles decir que la guerra estaba perdida, Miaja decidió salir de España. Yo iba con él. Fuimos a Orán, luego a Francia y posteriormente a México.
P. ¿Participó Miaja en la sublevación?
R. No. Cuando todo estuvo perdido decidió abandonar.
R. Pero al menos un tercio del territorio español y casi todo el Ejército del Centro estaban aún en manos del mando de la República.
R. Tenga en cuenta que lo mejor de aquel ejército se había perdido ya en Cataluña.
P. ¿Cómo fueron aquellos episodios en Madrid?
R. Todo se precipitó velozmente. Sucedieron hechos muy rápidos. Reinaba la desmoralización. En los últimos días ya no se combatía contra quienes cercaban Madrid...
P. Muchos comunistas fueron asesinados en Madrid antes de la entrada de Franco.
P. Muchos no, un número considerable.
P. ¿Por qué la República perdió la Guerra Civil?
R. Porque las llamadas democracias "occidentales", Francia e Inglaterra, brindaron a Franco la ocasión de oro para derrotarla con su Pacto de No Intervención, mientras Italia y Alemania mandaban aquí combatientes por miles.
P. La Unión Soviética ayudó a la República con el envío de tres mil consejeros.
R. Sí, eso era conocido. Todo el mundo lo sabía. Pero no envió a España combatientes ni ejércitos regulares. Si lo hubiera hecho, como hicieron Hitler y Mussolini, tal vez el desenlace de la guerra hubiera sido otro.
P. ¿Qué virtudes admiró más del general Miaja?
R. Su lealtad y su sentido de la disciplina. En lo personal, fue para mí un segundo padre.
P. ¿Conoció al doctor Negrín?
R. Naturalmente.
P. La prensa franquista dice aún que fue un dictador.
R. De eso nada. Era un intelectual brillante, que se opuso firmemente a rendirse a Franco. Quiso dirigir la resistencia.
P. ¿Cree que Negrín confiaba en prolongar la contienda para hacerla coincidir con la inminente guerra en Europa y amortiguar sus efectos?
R. Otros creyeron que había que acabarla por lo contrario.
P. ¿Qué tal se llevaron Miaja y Negrín?
R. Tengo una foto de los dos en París al terminar la guerra. Se respetaron siempre.
P. Da la impresión de que las dos Españas siguen campando por sus respetos.
R. Desgraciadamente, la frase de Antonio Machado parece seguir vigente.
P. ¿Cree posible una tercera España que supere esos antagonismos?
R. Confío en que así sea.
P. ¿Qué consejo daría a los españoles para que aquellos enfrentamientos no se repitan jamás?
R. No doy consejos, sólo tengo opiniones: el que pensemos de manera distinta no implica que debamos aniquilarnos... La democracia es un asunto de comprensión mutua.
Fernando Rodríguez Miaja, ovetense, de 93 años, testigo de primera fila de la historia de la España resistente y peregrina, dirige hoy una empresa constuctora en la ciudad de México, adonde llegó exiliado tras finalizar la Guerra Civil española. Tiene un hijo y una hija y visitó Madrid por primera vez nada más morir el dictador. Mientras pasea por las calles de la ciudad, su semblante acariciado por la brisa de la mañana sonríe con la mirada ensoñada en aquellas fechas memorables que vivió en primera línea.
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