El príncipe Felipe se muestra "profundamente emocionado" tras visitar el museo del Holocausto de Jerusalén
Don Felipe lanza una proclama antirracista y destaca el compromiso de España con la libertad en su primera visita oficial a Israel
Aun sobrecogido por el "escalofrío de horror" que produce recorrer sus salas, empapeladas con los testimonios de víctimas del Holocausto, el Príncipe plasmó en el libro de honor de Yad Vashem, en Jerusalén, el compromiso de España "con el valor de la vida, la libertad y la dignidad del ser humano, sin importar su raza, género, religión o nacionalidad".
Don Felipe se tocó con la tradicional kipá para avivar la llama en memoria de los millones de judíos asesinados por los nazis, mientras un rabino entonaba una desgarradora plegaria. Arremetió contra el antisemitismo, "una lacra cuyo combate es inexcusable", y recordó a los republicanos españoles que compartieron la suerte de los judíos en los campos de concentración.
La visita al Museo del Holocausto no fue solo un peaje obligado para los mandatarios que visitan Israel. Don Felipe quería conocer este centro, que recibió en 2007 el premio Príncipe de Asturias de la Concordia. Aun tuvo tiempo de ofrecer una recepción a la colonia española en Israel, integrada por unas 1.500 personas, en la que es su primera visita oficial a Israel y la segunda de un miembro de la familia real tras la que hizo el Rey en 1993.
En cambio, para evitar incidentes con la siempre puntillosa seguridad israelí, renunció a pasear por la ciudad vieja. Debió conformarse con el relato de tres religiosos españoles, vinculados a los santos lugares, y de su esposa, que fue turista en Jerusalén mucho antes que princesa.
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