De mamas, de papas y de nanas
No siempre los caminos son de dos direcciones pero cuando sucede se agradece. Y aunque este es un blog cuyo nombre es De Mamas y De Papas, no está de mas incluir a todos aquellos -por regla general aquellas- que juegan un papel importantísimo en la vida de nuestros hijos. Me recomienda Begoña -en una comida de esas de mujeres en las que se acaba hablando sólo de los hijos y riéndonos de cómo el marido de Bea estaba en Baviera reporteando y siguiendo a un asesino de prostitutas mientras ella rompía aguas sola de su primer hijo en Berlín- que eche un ojo a una página web que se llama I Saw Your Nanny.
En principo podría pensarse que sólo se trata de una forma de controlar a esas mujeres que se encargan de los pequeños porque los padres y las madres trabajamos y lo de la conciliación -no nos engañemos- se hace muy difícil. Lo es de alguna manera. Pero también abre la puerta virtual que ofrece internet a que las canguros se quejen, pidan ayuda cuando la necesiten o den consejos.
Historias de horror sobre nanas desafortunadamente hay bastantes. Yo misma sufrí una cuando mi bebé tenía menos de cuatro meses y me incorporé al trabajo, lo que coincidió con el final de la campaña electoral de 2008 y la victoria de Barack Obama, que me llevó tres días a Chicago. Sin entrar en detalles, sólo decir que lo que sucedió todavía me sobrecoge cuando lo recuerdo. Afortunadamente, su padre estaba en casa, manejó la situación con una tremenda sangre fría y tuvo la precaución de no contarme nada hasta mi regreso, de otra manera creo que hubiera sido incapaz de escribir una sola línea de la noche histórica en que EEUU eligió al primer presidente negro.
Pero también existen historias de familias desalmadas que tratan a las personas que se hacen cargo de sus hijos como si fueran esclavos. En el caso de Estados Unidos, el hecho de que muchas de las mujeres que trabajan como nannys se encuentren en el país sin papeles -no me gusta el término ilegal, ningún ser humano lo es- es caldo de cultivo para el abuso. Señoras que humillan a sus chicas,que apenas las alimentan; que las tienen viviendo en condiciones infrahumanas; que no les pagan y que incluso les confiscan el pasaporte para que no puedan buscar un hogar mejor. Me dice mi amiga Sara que ella conoció un caso de primera mano. La historia de un grupo de nanas que se juntaba todos los días con los niños a los que cuidaban en el mismo parque y que reunió el dinero necesario para que un abogado pudiera 'salvar' de una casa opresiva a una de sus colegas que vivía una situación abusiva.
Leo el blog I Saw Your Nanny y primero me da un vuelco el estómago como madre. Por aquellos casos que se relatan de canguros negligentes que maltratan a los niños. Pero tambien contemplo la otra cara de la moneda, leo las entradas de nanas que piden ayuda y que se sienten solas, perdidas, ignoradas y a veces no respetadas por las familias. Entonces recuerdo mis comienzos en Londres comoau pair, quizá los meses más difíciles de mi juventud, viviendo bajo el techo de una familia cuya madre golpeaba a su hijo de 12 años porque intuía que era gay -en una ocasión pretendió agredirme porque intenté defender al chico- y en la que en toda una semana para mí sólo hubo una pequeña barra de salami para comer. Entonces no había ni internet ni ciber cafés. Hoy existe I Saw Your Nanny, una carretera de dos direcciones muy útil para mamas, papas y nanas.
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