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SI YO TE CONTARA ... HISTORIAS DE LOS LECTORES
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Si tengo un hijo no podré ofrecerle casi nada

Si hay precariedad se aprovechan de ello. No podemos pedir lo justo porque, al fin y al cabo, ¿quiénes somos? Sólo jóvenes

Estoy triste. Sí. Y creo que no es para menos. El pasado viernes 17 me despidieron del trabajo. Pero, en realidad, nada tiene que ver con eso, porque desde que empecé en la empresa, hace diez meses, he estado intentando encontrar algo mejor. ¿Por ambición? Creo que no. Me hacían contratos de mes en mes y me daban de baja en la Seguridad Social cada dos meses. Nunca acumulaba antigüedad. Trabajaba desde casa pero con un horario de 9 a 14 y de 17 a 20 horas que me controlaban y que no me permitía, apenas, salir de la habilitación. Y, por supuesto, no llegaba a mileurista. Todo esto -no creo que les sorprenda- con una carrera (de Comunicación Audiovisual) y un máster (de Documental y Reportaje) en mi haber.

Si he contado mi situación a gente de generaciones anteriores muchos me han dicho que ellos, cuando eran jóvenes, también tuvieron que pasar por esto. Pero yo, sinceramente, no creo que esté pidiendo nada del otro mundo. Simplemente algún compromiso, una mínima estabilidad. Después de todo, a mis 24 años, una de las pocas ambiciones que tengo es que mis padres estén orgullosos de mí, que vean que por lo menos llego donde llegaron ellos. No es fácil, por eso, porque ellos se esforzaron para poder cursar una carrera, y encontraron, relativamente pronto, un trabajo que les ha dado la suficiente estabilidad para ofrecerme todas las posibilidades (y más).

Ayer me encontré pensando que yo, si algún día tengo un hijo, no podré ofrecerle casi nada; que, en realidad, quizá no me pueda plantear tener un hijo porque, al parecer, tardaré mucho en poder plantearme vivir fuera de casa. Y entonces pensé que sí, que somos una generación que lo ha tenido todo, que muchas veces hemos defraudado por no valorar nuestras oportunidades lo suficiente, pero que también en muchas otras ocasiones hemos hecho -y seguimos haciendo- todo lo que está en nuestras manos y, en cambio, poca gente nos toma en serio.

Si hay precariedad, se aprovechan de ello y lo convierten, todavía, en mucho más precario. Nos esforzamos pero no avanzamos. Y, encima, no podemos pedir lo justo porque, al fin y al cabo, ¿quiénes somos nosotros? Sólo jóvenes.

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