Fin de viaje con gazpacho frente al mar
Michelle Obama pasa dos horas en Mallorca para comer con los Reyes
El ya célebre e intenso viaje de turismo a España de Michelle Obama concluyó ayer en Palma de Mallorca con un breve encuentro con los Reyes en su residencia de veraneo de Marivent. Fue una escala privada y diplomática auspiciada por don Juan Carlos. La primera dama de Estados Unidos y su hija Sasha apenas permanecieron menos de dos horas y media en la isla, el tiempo suficiente para ir del aeropuerto al palacio real sobre la bahía, comer allí con don Juan Carlos, doña Sofía y la princesa Letizia, y retornar al avión oficial para emprender el vuelo de regreso a Washington.
En su última estación tras el peregrinaje cultural andalusí-flamenco-taurino de cuatro días con base en Marbella, que tuvo una penúltima etapa el sábado en la arena de la plaza de Ronda, la esposa de Barack Obama no tuvo tiempo de anotar nuevos escenarios monumentales para su memoria de viajera. Sí descubrió, en medio del mar, el fulgurante azul y el cielo transparente de la costa de Mallorca.
La aparición periodística de esta nueva figura mundial generó una expectación semejante a la que causó en el mismo lugar la extinta princesa inglesa Lady Di, a finales de los ochenta. En un minuto y ante 67 informadores, la mayoría españoles, Michelle quiso que su hija apareciera en la foto después de que el Rey, solícito, la hubiese apartado por discreción o protocolo y puesto en manos de un ayudante militar. Una duda mínima, más dos comentarios, y Sasha acudió a la llamada de la madre. Ocupó su lugar con ella, ambas sonrientes, flanqueando a don Juan Carlos.
Los saludos y besos entre todos los personajes fueron afables. La princesa de Asturias esperó un momento en segundo plano en la escalera a que don Juan Carlos la reclamara para saludar a las dos invitadas. El Príncipe está de viaje oficial a Colombia. La indumentaria de todos, veraniega y elegante. El blanco dominó en la camisa sin corbata del Rey, en los pantalones de la Reina (con una camisola con decoración vegetal), en la blusa con lazo de Michelle y en el vestido de Letizia. La niña pequeña de los Obama acudió con falda amarillo canario y blusa salmón tornasol, como la falda de su madre.
La Reina Sofía, atenta en los detalles y gestos, regaló un juego de collares de artesanía local para las dos hijas de la familia Obama y una selección de semillas de plantas hortalizas -tomates de ramellet, berenjena, pimiento- para que sean cultivadas en el huerto de la Casa Blanca que la familia Obama inauguró.
En el menú de la comida de ayer, en la mesa junto al mar, se sirvió gazpacho, rodaballo a la plancha; ternera a la mostaza y tumbet, emblemático plato mallorquín de verano; y frituras de hortalizas locales que resumen la raíz americana de algunos ingredientes de la gastronomía mediterránea. A la hora del café se agregó al encuentro la infanta Elena.
Una decena de curiosos atendieron en la puerta de Marivent el paso de la caravana de coches blindados de los servicios secretos de EE UU, autos desplazados en un avión especial días atrás para recorrer los 20 kilómetros que circuló Michelle Obama sobre la isla. Un restaurante plantó un "Bienvenido Michelle" en un confeso homenaje a Berlanga. Ayer la seguridad fue poco evidente, al contrario que en días atrás, cuando se repitieron los controles en carreteras y playas y el rastreo de los helicópteros.
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