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Reportaje:Operación Java

Tan cerca del Kremlin, tan lejos de la justicia

La mafia rusa ha tomado el relevo de la italiana en poder y peligrosidad en todo el mundo

La mafia rusa, y por extensión también las de las antiguas repúblicas soviéticas independizadas, ha sucedido en poder y peligrosidad internacional a la peor de las familias del crimen italianas. La razón es simple: se nutre de los dos poderes con mayor proyección internacional: el aparato político y financiero ruso

La nomenclatura de la mafia rusa tiene entre sus prohombres ocultos a los ex líderes soviéticos enriquecidos al calor de las privatizaciones de las empresas públicas tras la caída del comunismo. Esto explica la dificultad del combate para extirparla.

Cada vez que la fiscalía anticorrupción y la policía españolas solicitan la cooperación de las autoridades rusas para investigar a sus ciudadanos se encuentran con un mar de dificultades y minas ocultas.

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Los pelos de punta

En lugar de recibir información sobre las fechorías que poseen en sus archivos policiales sobre los sujetos detenidos o investigados, Moscú pone el acento en averiguar qué saben las autoridades españolas y cómo han accedido a tal conocimiento.

Esto eriza el cabello de quienes han logrado en España una información que puede suponer la vida de sus fuentes. O la propia: ya se han conocido intentos de asesinato de fiscales antimafia españoles.

La mafia rusa no precisa pertenencias a longevos apellidos de la nobleza del delito. Al capo ruso no se le exige sangre azul. O negra. Se le permite que se haya hecho a sí mismo. Le basta con haber estado bien colocado entre la nomenclatura soviética cuando se produjo el derrumbe. Y así saltó del PCUS, o de sus fontanerías más oscuras, incluido el KGB, a un estadio equis de la mafia de la Rusia democrática.

¿Cómo sospechar de las inversiones en Andalucía

Un puesto mafioso que puede ser simplemente un cargo en una empresa privatizada del petróleo o de la siderurgia. Y, captado el dinero y con poderosos amparos en la nueva élite política rusa, ya sólo le queda extender el poder: para ello se invierte el dinero ílicito en empresas fuera de toda sospecha en Estados Unidos, Alemania, Holanda, Suiza etcétera que luego reparten sus migas por decenas de países como puede ser España.

¿Cómo sospechar que una majestuosa inversión inmobiliaria en el Levante español o en Andalucía procede de redes de extorsión, tráfico de armas, venta ilegal de petróleo, casinos o drogas de redes de la antigua URSS si el dinero aparentemente proviene de respetados fondos de inversión occidentales? Pero no es así.

Sólo la tenacidad de la fiscalía anticorrupción y la cooperación policial y judicial logra desentrañar con meses o años de investigación financiera quiénes son los rusos asentados en nuestro territorio para dirigir estas filiales del crimen que aparentemente no gestionan, quiénes son sus jefes directos y, sobre todo, quien es el ladrón en ley que dirige su rama mafiosa en su origen, en Rusia.

¡Qué intuición!

El problema es que ese príncipe del delito suele ser un ciudadano tan bien considerado socialmente en Rusia que cuando se producen detenciones en España de sus subordinados llueven las peticiones de clemencia desde las frías estepas y con cuño oficial.

Algunos recados llevan el sello del Parlamento ruso o, casualmente, se descubre que tuvieron relación con la organización de las campañas de Putin. Qué lejos de la justicia rusa, qué cerca del Kremlin. Los mafiosos rusos detenidos en España fichan a los más poderosos bufetes españoles y se producen las entregas multimillonarias de fianza como por ensalmo.

Nadie sabe de donde sale el dinero, pero está listo en 24 horas cuando es preciso para garantizar una puesta en libertad. El proceso es tan rápido que a veces preparan la fianza antes de que la justicia la dicte. Qué intuición (o qué buenos topos judiciales).

Una mafia contaminante

Y, si hace falta, se intenta tocar a los jueces -y hay tantas vías para persuadir a un magistrado...- que tengan que ver con la causa, o desacreditar a los fiscales...o sobornar a algún funcionario para que el poderoso recluso siga manejando con un móvil pagado al precio de oro los hilos de su trama desde prisión.

Es una mafia altamente contaminante. Tanto como su dinero. Lo chusco es que se hiele la sangre del subordinado que ha cometido un error. O que asesinen sin despeinarse para despejar su propio ascenso o silenciar a un desleal. Lo grave no son tales acciones clásicas propias de cualquier hampón de antaño.

Pensión de viudedad

Lo realmente inquietante son sus pasos silenciosos en moquetas ignoradas intentando deshacer, a golpe de talonario o presión diplomática, lo que la fiscalía anticorrupción teje para acorrarlarlos. La mafia rusa puede ser socio suyo en este instante a través de oscuros laberintos inversores.

¿Pero quién querrá saberlo? En tiempos de crisis, una seña los distingue: poseen dinero a raudales para invertir en cualquier negocio donde se precise un socio inversor. El problema es que te sanean la economía empresarial, pero el centro de decisión deja de estar en una estructura empresarial. Y su consejo de administración dicta algo peor que despidos. La pensión no es por desempleo. Es por viudedad.

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