Santiago Mainar ingresa en un hospital de Zaragoza
El presunto asesino del alcalde de Fago ha sido trasladado esta madrugada y su pronóstico es leve
Santiago Mainar, el único acusado por el asesinato del alcalde de Fago, Miguel Grima, ha ingresado esta madrugada en el Hospital Miguel Servet de Zaragoza, según ha confirmado el Gobierno de Aragón, que ha informado que su pronóstico es leve. A primera hora de la tarde, Mainar continuaba ingresado en el centro.
Fuentes de instituciones penitenciarias han explicado a ELPAÍS.com de que, alrededor de la 1:00 de esta noche, el compañero de celda de Mainar avisó de que éste se encontraba mal y de que creía que había ingerido pastillas. Tras ello, un médico de la prisión de Zuera, donde espera sentencia Mainar, le examinó y le dio un fármaco para provocarle el vómito, "que tenía restos de alimentos". El médico de guardia de la cárcel ha considerado su traslado al hospital para mantenerlo en observación y para someterlo a más pruebas. En todo caso, estas mismas fuentes informan de que se controla que los presos no almacenen una cantidad de pastillas suficiente para quitarse la vida. Además, Mainar está incluido, desde el día 26 de noviembre -cuando finalizó el juicio-, en el protocolo de prevención de suicidios, dentro del Programa Marco de Prevención de Suicidios del Ministerio del Interior.
Marisa Mainar, la hermana del acusado, se ha mostrado muy afectada en una conversación telefónica con la agencia EFE y ha asegurado que todavía no ha recibido "ninguna explicación" de las causas del ingreso.
El ADN en el coche de Miguel Grima, los residuos de disparo en la mano izquierda de Santiago Mainar y su detallada confesión de casi cuatro horas ante tres guardias civiles y un secretario judicial -que da fe pública, como un notario- son los tres hechos que le incriminan en el asesinato de Grima.
En el juicio, Mainar aprovechó el alegato final para lanzar un discurso de cuatro minutos en el que negó que hubiera acabado con la vida del alcalde pero justificó el crimen y denunció una confabulación contra los vecinos del pueblo. "Yo no he matado a nadie", dijo, "pero prefiero que me acusen de dar muerte a un tirano que de ampararlo políticamente, connivirlo (sic) judicialmente o resignarme como ciudadano", afirmó.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Últimas noticias
Los grandes derrotados del Gordo de Navidad de Villamanín, 15 jóvenes de entre 18 y 25 años: “Hoy hemos perdido amigos”
¿Qué está pasando en Nigeria? Claves del ataque estadounidense contra el Estado Islámico
Zelenski y Trump volverán a hablar para alcanzar un acuerdo sobre el futuro de Ucrania
El Gobierno acelera la reforma de la financiación para salvar la legislatura (y apaciguar a los socios)
Lo más visto
- Acuerdo en Villamanín por el Gordo sin repartir: la comisión de fiestas cede más de dos millones por la paz del pueblo
- Maisa Hens, cantante: “Gracias al anuncio de El Almendro no tuve que volver a hacer un ‘casting”
- Junqueras avisa de que la recaudación del IRPF es “imprescindible” para negociar los presupuestos de Sánchez e Illa
- Timothy Morton, activista: “Estados Unidos es un gigantesco campo de concentración”
- La obsesión de Trump por poner su nombre a todo carece de precedentes en Estados Unidos





























































