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Reportaje:

"Ha tenido una muerte muy dulce"

El fiscal pide 20 años para la mujer que mató a su novio cortándole la yugular con un bisturí tras dormirle con fármacos en la Nochevieja de 2005

El abogado de Adiela Romero Ortiz, de 54 años, defiende que una "celopatía patológica", baja autoestima, depresión y automedicación la llevaron a perder la cabeza y asesinar a su pareja cortándole la yugular con un bisturí el 1 de enero de 2006. En el juicio que empieza esta tarde en la Audiencia Provincial de Girona tratará de convencer al jurado popular de que lo mejor es que la ingresen en un psiquiátrico. El Ministerio Fiscal la acusa de asesinato y pide para ella 20 años de prisión. Adiela Romero alquiló junto a la víctima, Jordi Gironella, de 50 años, un apartamento en Roses (Girona) para celebrar el fin de año de 2005. Después de cenar en un restaurante en los bajos de esos mismos apartamentos y brindar por 2006, volvieron a la habitación donde suministró a la víctima sedantes, tranquilizantes y analgésicos, que le dejaron en un estado de sopor. Acto seguido le seccionó la yugular. Cuando los Mossos d'Esquadra la detuvieron unas horas después la mujer dijo que su pareja había tenido "una muerte muy dulce".

La hija de la detenida ya empezó a sospechar que algo no iba bien cuando su madre le dejó una nota advirtiendo que ni ella ni su novio volverían a casa después de ese macabro fin de año. Hacía cuatro años que Adiela y Jordi mantenían una relación, pero la pareja no convivía. Jordi, natural de San Esteve de Sesrovires (Barcelona), era viudo y vivía con sus dos hijos y su madre. Adiela, de origen colombiano y con nacionalidad española (lleva en España desde 1977) vivía en Terrassa con su hija, fruto de un matrimonio anterior. La noche del asesinato, la niña recibió una llamada de su madre. "He hecho una barbaridad", le dijo.

Sin posibilidad de reacción

La mujer preparó la muerte de su novio de antemano, según el escrito del Ministerio Fiscal. Por su profesión, trabajaba de auxiliar de enfermería en una clínica en Barcelona, Adiela tenía acceso a material médico. Antes de irse a Roses, cogió las medicinas necesarias y el bisturí para "darle muerte la noche de fin de año". Después de la cena en el restaurante, donde nadie notó nada extraño, subieron a la habitación donde le suministró a la víctima "sin su conocimiento, ni consentimiento" los fármacos que "le incapacitaban para cualquier reacción defensiva". Luego le mató. Ni el fiscal ni la acusación particular, que pide 18 años, considera que Adiela tuviera problemas psiquiátricos.

La defensa asegura que esa noche, antes del crimen, Jordi estuvo flirteando con unas mujeres francesas "lo que motivó la decisión final de extender su propia muerte a la del señor Gironella". Luego Adiela pretendía suicidarse, según su abogado. Quería estrellar su coche por alguno de los precipicios que hay en la carretera que une Roses con Cadaqués. Agentes de los Mossos d'Esquadra la pararon "en el momento en que se hallaba dispuesta a ejecutar dicho plan", asegura. Como eximentes el letrado esgrime la alteración psíquica y como atenuantes el arrepentimiento y la reparación a la familia de la responsabilidad civil, que ya ha pagado.

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