Cuatro años sí caben en 90 minutos
Rajoy repitió los peores insultos contra Zapatero, y éste le atacó por su gestión junto a Aznar
Dicen los viejos corresponsales que el principal error de Richard Nixon fue afeitarse por la mañana. A la hora del debate, el maquillaje no fue capaz de taparle la barba y los norteamericanos que siguieron el duelo por televisión estimaron que Nixon no tenía el aspecto de alguien a quien comprar con tranquilidad un coche usado. Fue el 26 de septiembre de 1960 y aquel debate -el primero de la historia retransmitido por televisión- fue ganado por John F. Kennedy, un tipo muy bien afeitado. Anoche, salvando las distancias, pasó en Madrid algo muy parecido. Zapatero se empeñó desde el principio en que los televidentes vieran el feroz bigote de Aznar detrás de la barba de Rajoy. Nixon necesitaba un buen afeitado. Rajoy, todo lo contrario.
El líder del PP tardó tres minutos en hablar de ETA y cuatro en llamar mentiroso a Zapatero. Así que quienes durante las vísperas se habían cansado de predecir que el primer debate después de 15 años sería un asunto insustancial y encorsetado se dieron cuenta enseguida de que se habían equivocado. Fue un duelo agrio, a cara de perro, repleto de las peores acusaciones -hasta de engañar a las viudas, acusó Rajoy a Zapatero- y de múltiples interrupciones. La estrategia de salida de Rajoy estuvo en sintonía con su labor de oposición durante los últimos cuatro años: mucha leña y mucha ETA. La de Zapatero, en cambio, tenía un objetivo muy claro: no tratar a Rajoy como a un simple candidato, sino presentarlo ante la opinión pública como lo que fue de 1996 a 2004, uno de los hombres más importantes en los sucesivos Gobiernos de Aznar. Los socialistas saben que Rajoy no suscita tanto rechazo como Aznar en cierto votante de centro izquierda, el más perezoso de todos, que sólo se acerca a la urna en las grandes ocasiones o ante los grandes peligros. Por eso Zapatero repitió un estribillo -"cuando usted fue ministro del Interior, cuando usted fue ministro de Educación, cuando fue vicepresidente del Gobierno"- que terminó poniendo nervioso a Rajoy.
La siguiente fase fue un diálogo de sordos, también muy representativo de los últimos cuatro años. Rajoy intentaba llevar el debate a los asuntos relacionados con la inmigración y Zapatero hablaba de educación:
-Parece que usted no quiere hablar de inmigración- intentó picarlo Rajoy
-Hablaré cuando yo lo estime oportuno- se escabulló Zapatero.
Y, cuando por fin habló, lo hizo en un registro muy distinto. El candidato socialista afeó al líder del PP su iniciativa de hacer firmar a los inmigrantes un contrato de obligaciones. "Se lo quiere usted pedir a los inmigrantes que nacen, viven y mueren con nosotros, y hasta a veces por nosotros. En el atentado de la T-4 o en las misiones humanitarias de nuestro ejército". Así que Mariano Rajoy tuvo que volver a su asignatura preferida. Fue casi en el único momento en que el líder del PP no necesitó papeles para hablar. Se refirió a Batasuna, a De Juana "paseándose por las calles de San Sebastián", a una ETA que estaba contra las cuerdas, acabada... "¿Acabada?", se preguntó Zapatero, "pues no estaría tan acabada cuando ustedes le atribuyeron el 11-M".
Conforme iban pasando los minutos, el debate se hacía más duro. Zapatero interrumpía a su contrincante cada dos por tres. Rajoy, para compensar, lo llamaba mentiroso frase sí y frase no. El momento más crítico llegó cuando acusó al presidente del Gobierno de agredir a las víctimas del terrorismo. "No le admito que diga eso", protestó Zapatero. "Me da igual que usted lo admita o no. Yo no lo voy a retirar", porfió Rajoy.
Los primeros sondeos daban una victoria ajustada de Zapatero sobre Rajoy. Sería por eso que Pío García Escudero, el jefe de campaña del PP, convocó una rueda de prensa ya entrada la madrugada para hacer una revelación sorprendente: "Ha ganado Rajoy".
Aquel 26 de septiembre de 1960, Kennedy ganó el debate en televisión, pero quienes siguieron el debate por la radio le dieron la victoria a Nixon. Ellos no habían visto la barba que surgía por debajo del maquillaje. Ayer Rajoy no tuvo esa suerte. Zapatero consiguió que el bigote de Aznar rondara muchas veces durante el debate.
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