Lo mejor para el calor... un refugio nuclear
Miles de chinos pasan el verano en instalaciones anti bomba construidas durante la Revolución Cultural
La ciudad de Hangzhou (este de China) ha encontrado una finalidad a los inútiles refugios nucleares subterráneos, construidos durante la Revolución Cultural. Los ha amueblado y, ahora, miles de chinos pasan gran gran parte del verano en su interior. Nunca sirvieron para guarecerse de bombardeos pero ahora, al menos, protegen del calor.
Hangzhou, una de las ciudades más turísticas de China -y la favorita de Marco Polo cuando viajó al país asiático hace más de siete siglos- abre 11 de sus refugios nucleares desde el 4 de julio, de 9 de la mañana a 10 de la noche, para que sus ciudadanos se refresquen en ellos.
Más de 35.000 personas en tres semanas, según las cuentas de los responsables de estos refugios, pasan el día en su interior: llegan a primeras horas de mañana para coger un buen sitio, comen, echan la siesta, juegan a las cartas, ven la televisión y regresan a sus casas por la noche, cuando el calor remite.
Los refugios mantienen una temperatura de unos 18 grados, casi 20 menos que la del exterior, donde los 35 grados y la fuerte humedad propia de esa zona (el delta del Yangtsé) hacen muy difícil el día a día en los meses estivales.
El gobierno de Hangzhou informa en su web oficial de la posibilidad de refugiarse del calor en estos laberínticos búnkers, que seguirán abiertos, señalan, mientras las temperaturas locales sigan superando los 35 grados.
De hecho, el Ayuntamiento -que en los tres años anteriores ya había abierto sus refugios en verano- ha decidido que si la temperatura aumenta todavía más, por encima de los 37 grados, alargará los horarios de apertura, desde las 8 de la mañana hasta las 11 de la noche. El vigilante de uno de los 11 refugios, entrevistado por el diario local Qianjiang Wanbao, cuenta que cada día llegan a él unas 1.500 personas. "A las 9 y media de la mañana ya está lleno, con colas de hasta 50 metros en la puerta". "Mucha gente se trae sus propias sillas, y les preparamos 50 bidones de agua a diario (de unos 20 litros) para que puedan beber", comenta el vigilante, apellidado Gao.
Ancianos y niños
Entre los "refugiados" de la canícula se encuentran muchos ancianos, y también niños como Zhang Jingjing, un chico de 10 años que ha viajado de su pueblo a Hangzhou para estar en las vacaciones junto a sus padres, emigrantes rurales que trabajan allí todo el año.
"Está casi todos los días aquí, porque en casa no hay aire acondicionado. Muchos otros niños pasan el día en el refugio y así hace nuevos amigos", comentó a los periodistas la madre de Zhang. Una de los ancianas que también se guarecen bajo tierra del calor, apellidada He, cuenta que cada día va con su marido al refugio, donde "vemos la televisión, jugamos a las cartas o simplemente nos echamos un rato".
El gobierno de Hangzhou recomienda a los ciudadanos que visitan el refugio vestir camisas y pantalones largos, ya que la diferencia de temperaturas con el exterior puede provocar muchos resfriados.
Construidos en los 60
Los refugios antinucleares de Hangzhou se construyeron, como muchos otros en todo el país, en los años 60 y 70, cuando empeoraron las relaciones entre China y la Unión Soviética y el régimen comunista asiático temió eventuales ataques de Moscú contra ciudades chinas.
Uno de los responsables de la construcción de los refugios en Hangzhou fue el Mariscal Lin Biao, mano derecha de Mao Zedong durante la Revolución Cultural y fallecido en un misterioso accidente de avión en 1971, después de un presunto atentado contra el Gran Timonel.
El refugio construido por Lin Biao, que costó unos 10 millones de dólares de la época, contaba con paredes de acero reforzado y un ascensor secreto.
También Pekín cuenta con una Ciudad Subterránea, ideada en 1969 por Mao en el mismo clima de paranoia antisoviética, y que cuenta con una gigantesca red de túneles subterráneos que en su mayor parte están cerrados al público.
El refugio pequinés, preparado para albergar más de 250.000 personas, cuenta, según dicen, con túneles que pasan por debajo de la Ciudad Prohibida y llegan hasta Zhongnanhai, la residencia de los jefes de Estado y Gobierno comunistas.
Muchos de estos refugios fueron construidos por ciudadanos de a pie, bien voluntarios bien reclutados, arengados por las muchas campañas de agitación y propaganda que se llevaron a cabo en toda China durante la Revolución Cultural.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.