El vino francés no es bienvenido en el 10 de Downing Street
Los caldos de Burdeos se han convertido en un termómetro de las relaciones entre Chirac y Blair que, pese a ser una gran amante del vino, no ha probado ninguna de las botellas que le ha regalado el presidente francés en los últimos tiempos
Hay muchas maneras de medir la temperatura de las relaciones diplomáticas entre dos países. Al parecer, el vino se ha convertido en una de ellas. El diario británico The Times publica hoy que el primer ministro británico, Tony Blair, habría podido desairar el orgullo francés al rechazar todos regalos personales que le ha hecho el presidente francés, Jacques Chirac, enviándole el vino francés más fino.
Cuatro es el número de ocasiones que Chirac ha enviado caldos franceses al primer ministro, durante el año pasado. Pero Blair, gran conocedor de esta bebida, ni los ha olido. El gabinete del primer ministro, intentando no suscitar un incidente diplomático de esta circunstancia, ha asegurado que no los ha probado pero que los mantiene en su oficina a la espera de una ocasión adecuada.
Pero el caso es que las relaciones entre ambos países no pasan por su mejor momento, agriadas por el rechazo de Francia a la guerra de Irak y la polémica Constitución Europea. Por eso, el diario The Times sólo encuentra cuatro explicaciones posibles a para que Blair no haya catado las botellas.
Una causa podría reducirse a una mera cuestión de gustos. Al primer ministro le encanta el vino tinto con cuerpo. Es un hombre de Chianti, más que de Burdeos o de Burgundy, que son los tipos que le ha enviado Chirac.
Otra causa podría ser el elevado precio. Cuando Chirac mandó a Blair una caja de vino por su 50 cumpleaños, hace cutro años, valoraron la caja de Chateau Mouton Rothschild en más de 1.000 libras, lo que le impediría aceptar el regalo, según las normas del Gobierno británico.
Pero esta no parece una gran razón para alguien que gastó más de dos millones de libras en transporte sólo desde enero hasta abril de este año pasado, según el diario. Por eso, la motivación que el periódico encuentra más plausible es la personal. Los dos dirigentes han tenido feroces desencuentros en las últimas cumbres europeas, especialmente cuando Francia bloqueó la propuesta de reforma británica para acabar con las ayudas a la agricultura.
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