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La policía desmonta una red que prostituía bajo amenazas a mujeres y detiene a 100 personas

La operación se ha desarrollado en Andalucía, Aragón y Canarias

La Policía ha informado hoy sobre una operación contra una red de explotación de mujeres que ha llevado a la detención de un centenar de personas en Andalucía, Aragón y Canarias. Los delincuentes introducían en España a las mujeres de forma ilegal para luego obligarlas a prostituirse bajo amenazas.

Las investigaciones se iniciaron en mayo de 2005, después de que una mujer denunciara en la Comisaría Provincial de Almería que había sido amenazada y coaccionada por una organización criminal integrada por ciudadanos rusos y españoles. Los responsables de la red vivían en España, pero contaban con una fuerte infraestructura en Rusia; su jefe era un ruso afincado en Almería, propietario de varias agencias de viaje en su país. Las detenciones se han llevado a cabo en Almería, Córdoba, Santa Cruz de Tenerife, Granada y Zaragoza.

A finales de 2004, la policía alemana detectó en el aeropuerto de Dusseldorf a ocho mujeres rusas que viajaban a España con visados de la zona de libre circulación Schengen expedidos por el consulado de Francia en Moscú. Su destino era un local de alterne controlado por una red rusa.

Esta organización captaba a las mujeres en Rusia, las conseguía el visado para viajar a España y ponía los 700 euros que costaba el billete (la cuenta bancaria de la que disponía registró movimientos por valor de 35.500 euros en ocho meses). Una vez aquí, las vendía a los propietarios de locales donde eran obligadas a ejercer la prostitución para pagar su deuda, que los criminales calculaban en 1.200 euros.

Las mujeres eran trasladadas desde Moscú a España por rutas secundarias: en autobús de la capital rusa a la ciudad alemana de Sttugart, y de allí a Almería en avión y haciendo escala en Palma de Mallorca. Una vez en la localidad andaluza, eran trasladadas a un local de Granada llamado Punto G; de allí, algunas eran llevadas a Córdoba, a un chalet regentado por una mujer de 65 años que las controlaba.

Los criminales habían ideado un sistema de multas económicas para evitar que las mujeres pudieran saldar su sueldo: podían ser penalizadas por quejas de los clientes, por dejarse la luz encendida, etcétera.

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