La policía identifica al argelino Allekema Lamari como el séptimo suicida de Leganés
Se le considera el "cabecilla" del 'comando' que perpetró los atentados
La Comisaría General de Policía Científica ha conseguido determinar hoy que el séptimo de los suicidas de Leganés, que permanecía sin identificar hasta hoy, es el argelino Allekema Lamari, un conocido radical al que se considera el "emir" del comando que perpetró los atentados, según ha informado el Ministerio del Interior. Tras cotejar los restos que se hallaron en el piso de la calle Carmen Martín Gaite de Leganés con el ADN de la familia de Lamari, se le ha identificado con un "margen de error cero".
Tras la explosión con la que se inmolaron los presuntos autores materiales de los atentados del 11-M, se identificó a seis de ellos. Sólo la identidad de uno de los siete permanecía sin aclarar. Tras varios meses de investigación, dos biólogos de la Comisaría General de Policía Científica han conseguido determinar con un margen de error "cero" que los restos del séptimo suicida son de Lamari, después de confirmar en Argelia que su perfil genético y el perfil genético de sus padres coinciden plenamente. Las pruebas realizadas por los biólogos españoles se han basado fundamentalmente en la saliva de Mohamed y Teldja Lamari, padres de este integrante del comando 11-M, que nació en ese país norteafricano el 10 de julio de 1965.
La policía ya sospechaba que Lamari podía ser el séptimo de los suicidas. Su nombre era conocido de la policía y del CNI en relación con el fundamentalismo islámico. Lamari, un ex militante del Grupo Islámico Armado (GIA), fue detenido en 1997 en Valencia y condenado a nueve años de prisión por dirigir una red del GIA argelino, con la creación de una célula de radicales islamistas a la que se le incautaron armas, propaganda y documentación falsa. El Tribunal Supremo rebajó a 9 años la condena inicial de 14 años de prisión que le impuso la Audiencia Nacional. En 2002 quedó en libertad y desde entonces era vigilado por agentes del CNI. Pero, al igual que en el caso de la policía, las vigilancias sobre estos y otros terroristas del 11-M fueron "intermitentes" y "esporádicas" por falta de medios y personal. De hecho, una nota del CNI elaborada cinco días antes de los atentados, denunciaba la desaparición de Lamari y de otros radicales del madrileño barrio de Lavapiés.
Lamari y otros de los autores de los atentados desaparecieron de sus domicilios y entornos días antes de los atentados y se instalaron en la finca de Morata de Tajuña en la que se prepararon las bombas que luego fueron colocadas en los trenes. El 16 de marzo, cinco días después del ataque, el CNI elaboró un informe en el que responsabilizaba a Lamari de los atentados contra los trenes de Atocha y aseguraba que el argelino tenía "las suficientes dotes de liderazgo y grado de fanatismo" para dirigirlo. Por ello, se reclamaba su detención de forma "urgente y prioritaria".
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