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Pujol elude hablar de política en su última Diada como presidente de la Generalitat

Reclama a los catalanes "estima y voluntad de servicio al país"

El presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, ha eludido esta mañana hablar de política al pie del monumento a Rafael de Casanovas -conseller en cap de Barcelona cuando la ciudad cayó ante las tropas de Felipe V en 1714-, donde ha realizado la tradicional ofrenda floral junto a todo su gobierno, y se ha limitado a dar "las gracias a todos por el buen trabajo realizado en favor de Cataluña" y a reclamar a los catalanes "estima y voluntad de servicio al país". Cataluña celebra hoy la última Diada con Pujol como presidente.

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Pujol ha cedido el testigo a su conseller en cap, Artur Mas, que ha destacado la importancia de esta Diada, en la que "por primera vez una nueva generación nacionalista puede tomar el timón" de Cataluña. El Gobierno catalán ha recibido, como cada año, pitos y aplausos durante la ofrenda al monumento a Casanovas, así como gritos de "botiflers" y "CiU es del PP", aunque también se ha escuchado algún "Mas, president".

Los catalanes celebran la Diada bajo el signo de las próximas elecciones autonómicas del 16 de noviembre, las primeras sin el concurso de Jordi Pujol, que ha cedido el testigo a Mas como cartel electoral de CiU para medirse con el socialista Pasqual Maragall. Precisamente Maragall es el único candidato ausente en la Diada, ya que se encuentra en Santiago de Chile para participar en los actos del 30 aniversario del golpe de estado.

El PP pide cambios en la ofrenda

En representación del PSC, ha acudido a la ofrenda el alcalde de Barcelona, Joan Clos, que ha afirmado que "es necesario que Cataluña dé un paso adelante, un cambio de marcha", porque no puede "seguir a la velocidad ni en la misma dirección de los últimos 20 años", sino que debe "conseguir más fuerza política para lograr más inversión en infraestructuras, más representación internacional". "No podemos ir a remolque de las circunstancias", ha concluido.

Por su parte, el líder de ICV, Joan Saura, ha abogado por un cambio político en las elecciones que erradique los "vicios" de CiU, entre los que ha citado "el uso partidista del gobierno y de los medios", y fortalezca la democracia en Cataluña. Saura ha encabezado la delegación de ICV en la ofrenda, en la que también han participado el coordinador de IU-Ezker Batua, Javier Madrazo, y el coordinador general de Esquerra Unida i Alternativa, Jordi Miralles. Y el secretario general de ERC, Josep Lluis Carod-Rovira, ha afirmado que CiU y al PSC representan "el pasado" y les ha pedido que demuestren con hechos que no dependen de alianzas con Madrid.

Mientras tanto, el candidato del PP, Josep Piqué, ha propuesto al resto de las formaciones políticas modificar el modelo de ofrenda floral para evitar que el acto se convierta en un "espectáculo de vejación" para algunos partidos, sobre todo para el PP. En la ofrenda en el monumento, algunas personas que le han llamado "terrorista" y "fascista", insultos que Piqué ha calificado de "vergüenza, payasada y espectáculo lamentable". Mas le ha replicado que los gobernantes deben estar "dispuestos a recibir críticas e incluso manifestaciones" provocadas por su actuación de gobierno. Carod-Rovira le ha dicho que "si alguien se encuentra incómodo, que no venga".

Laporta, aclamado en la Diada

El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta, al frente de una amplia representación del club, ha sido la única personalidad unánimente aclamada en la ofrenda a Casanovas. Allí, ha reafirmado la catalanidad de su proyecto y ha señalado que "el Barça es el orgullo de Cataluña y su fuerza reside en tener a todo un país detrás, nuestro país, Cataluña".

Después de recibir aplausos y gritos de ánimo, entre ellos algunos de "Laporta president, Catalunya independent", ha señalado que el club "es un proyecto muy claro respecto a los sentimientos y a la defensa de los derechos nacionales de nuestro país". Para Laporta, los catalanes celebran hoy, "aunque fuera una derrota, la victoria de la dignidad y del patriotismo". Esta cálida acogida a Laporta ha obligado a Pujol a esperar hasta que se despejara el monumento.

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