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La policía detiene a un joven como presunto asesino de dos mujeres en un aparcamiento de Barcelona

El arrestado, de 24 años y sin antecedentes penales, tenía alquilada una plaza en el lugar donde se cometieron los crímenes

La policía ha detenido esta mañana al presunto asesino del aparcamiento del barrio barcelonés de El Putxet donde dos mujeres fueron asesinadas en un plazo de 11 días y en circunstancias similares. Las grabaciones de la cámara de un cajero automático donde el asesino extrajo dinero a la primera de sus víctimas y el vídeo de una estación de tren próxima al lugar de los crímenes han sido determinantes para dar con el homicida.

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Tras varios días de intenso seguimiento y ante el temor de que el sospechoso se diese a la fuga, la policía ha procedido a la detención de Juan José Pérez Rangel, de 24 años, nacido en Barcelona y sin antecedentes policiales, cuando se dirigía a su domicilio en el barrio de La Mina de Sant Adría del Besos.

El nombre de J.J. Pérez apareció desde el comienzo de las investigaciones en la lista de sospechosos del doble crimen ya que, durante los meses de abril y mayo del pasado año, tuvo alquilada en el parking donde se cometieron los crímenes una plaza para dos motocicletas.

El 11 de enero fue asesinada en el aparcamiento de la tranquila calle de Bertran Maria dels Àngels Ribot, de 49 años. Era un sábado y el crimen se produjo a mediodía, cuando la mujer, que vivía en el mismo edificio, fue a retirar su vehículo. Éste se hallaba situado en la plaza número 15 de la cuarta planta. El aparcamiento cuenta con cinco. El cadáver fue encontrado por su hijo aquella noche en un hueco de la escalera. En una de las manos de la fallecida, la policía encontró pelo del homicida, que asestó diversas puñaladas a la mujer aunque la muerte la produjo un fuerte golpe en el cráneo que dejó un dibujo muy característico. Nada más cometer el crimen, el asesino sustrajo del cadaver la documentación, una tarjeta de crédito y un teléfono movil. Dejó las joyas y el reloj. Instantes después, decidió ponerse en contacto con el marido de la fallecida desde el móvil. En su llamada, le ofreció dos citas en un bar a cambio de 2.000 euros. El hombre acudió a una cita controlada por la policía, pero el asesino no apareció.

El caso se complicó cuando el jueves 22 de enero, en el mismo parking, fue hallada asesinada otra mujer, María Teresa de Diego Rodríguez, de 46 años, que también murió por los golpes que había recibido en la cabeza. Tenía alquilada la plaza número 15 de la planta primera. El asesinato se produjo sobre las cuatro de la tarde y el cuerpo sin vida de la mujer lo descubrió su marido unas tres horas después. El asesino se ensañó con su víctima: el cadáver estaba atado con grilletes a la barandilla de la escalera, con una bolsa de plástico en la cabeza y con los cordones de las zapatillas entrelazados, si bien no presentaba cortes de arma blanca. Sólo un golpe en la cabeza con el mismo dibujo que dejó en su anterior víctima.

Pero no fue ese día, sino el 11 de enero, cuando el asesino cometió varios errores que condujeron a su detención. La tarde del primer crimen y con la tarjeta de crédito de Maria dels Àngels Ribot en su poder, acudió al cajero de la calle Balmes número 350. Allí sacó 300 euros en un primer intento y al segundo la tarjeta quedó retenida. Toda la secuencia fue grabada por la cámara de seguridad del banco. Pero las imágenes eran de una calidad pésima. Tan sólo se distinguía el perfil del criminal. Para entonces, la policía ya contaba con un listado muy elaborado de sospechosos. Con esa imagen y con el fragmento de las huellas dejadas en la tarjeta, la policía empezó a trabajar. Para ello, los agentes visionaron horas y horas de cintas de vídeo de las estaciones de tren próximas al aparcamiento, pensando en que el asesino podría desplazarse en transporte público.

Tras cotejar varios vídeos, la policía ya tenía al sospechoso identificado. Entonces, decidieron someterlo a un estrecho seguimiento. El joven había dejado su último trabajo y se dedicaba, diariamente, a salir de su casa, donde vivía con sus padres, y vagar sin un rumbo fijo por toda la ciudad. Hasta hoy, cuando fue detenido.

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