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La universidad madrileña concluye su pulso a Ayuso con una multitudinaria manifestación

Miles de estudiantes y profesores se concentran en el centro de Madrid, la comunidad que menos financiación aporta por alumno universitario de toda España

Elisa Silió

Miles de estudiantes y profesores han recorrido el centro de Madrid, de Atocha a Sol, como colofón al inesperado gran éxito de los dos días de huelga convocados en la Universidad pública madrileña. Hasta el 19 de diciembre hay tiempo para que la Comunidad, que asfixia financieramente a sus campus, mejore el aumento en el presupuesto (previsto de unos insuficientes 75,3 millones), entregue los 34,5 millones a la Complutense a fondo perdido, o permita, al menos, que la universidad más grande de España no devuelva 4,4 millones en intereses. Algo que obliga a mantener unos “presupuestos de guerra”, en palabras de su rector, durante los próximos tres años. Madrid es la comunidad que menos financiación aporta por alumno universitario de toda España.

Una pancarta hecha por los alumnos de Bellas Artes de la Complutense abre la manifestación. Se inspira en Los fusilamientos de Francisco de Goya y se ultimó en un cierro en su facultad, una de las más afectadas por la tijera económica. Es una carrera experimental y los propios alumnos están comprando los materiales.

“Estudiar es un derecho, no un lujo”. “No al ayusazo universitario”. “Educar, gratis. Tasas a los ricos”. “Invertir en educación es invertir en igualdad”. “Ayuso, escucha, las unis están en lucha”. “No tenemos Pa Ciencia”. “Privatizan para engañar”. Estos son algunos de los mensajes que se puede leer en los carteles. Muchos cánticos van contra el auge del negocio de la educación superior ―“Nada, nada, para la privada”, o “universidad pública y de calidad”― que contrasta con la decadencia de la pública: “No hay derecho: se nos cae el techo”. Y también gritos en contra de la presidenta Isabel Díaz Ayuso (PP): “Ayuso, payasa, paga tú las tasas”; “Ayuso culpable, eres responsable”. La aludida, por su parte, ha colgado en X un logo con un corazón como símbolo de orgullo de haberse formado en la Universidad pública.

Los manifestantes se han dividido por gremios. Los estudiantes de Biología llevaban las batas de laboratorio; los de Geología, los chalecos reflectantes de sus salidas al campo; y los sindicatos convocantes se colocaron al final para no quitar protagonismo a los estudiantes. Estos, muy despegados de la vida universitaria desde la pandemia, han decidido echarse a las calles no solo por la falta de medios, sino también de oportunidades para entrar en la carrera deseada.

Los datos finales del seguimiento de la huelga tardarán en conocerse, pero los provisionales dan idea del éxito en cuatro de los seis campus. La Complutense, la universidad más grande de España, habla de un 96% de participación; la Rey Juan Carlos de solo un 35% de clases impartidas; la Autónoma sin actividad en letras y en la Carlos III, muy poca en ciencias sociales y humanidades.

En esta segunda jornada, el piquete ha visitado las escuelas de ingeniería, más reticentes a la huelga. Y, tras protestar ante el rectorado, cientos de universitarios ―500 según la agencia Efe, 1.000 según los convocantes― han cruzado el centro de Madrid hasta el museo Reina Sofía, cortando el tráfico a su paso.

En paralelo, este jueves, tras visitar un colegio, el consejero Emilio Viciana ha insistido en la subida “histórica” del presupuesto, aunque faltan 310 millones para llegar al nivel de 2009, descontando la inflación. “Tenemos un contacto fluido con los rectores. Todo avanza a buen ritmo, pero para los partidos de la izquierda es una ocasión para intentar embarrar el terreno...”. En realidad, Viciana ha ninguneado durante dos años a los rectores, con quien mantiene una relación tensa. En junio, Ayuso le forzó a sentarse a negociar con ellos la ley de educación superior y ahora se reúnen periódicamente. Esta misma tarde, los rectores se han reunido con Viciana para hablar de la ley de educación superior que prepara la Consejería, aunque no de financiación.

Justamente, los rectores son los grandes ausentes de estas jornadas reivindicativas. No se han pronunciado pese a expresar en dos actos ―en abril de 2024 y mayo de 2025― su profundo malestar con la falta de financiación. Y una foto ha avivado la indignación de los convocantes. En ella se ve a los altos cargos de la Complutense (Joaquín Goyache) y Politécnica de Madrid (Óscar García) firmando un acuerdo para “impulsar actividades culturales y académicas” con el Ayuntamiento de Pozuelo (PP) y con cuatro de las 13 universidades privadas de Madrid. La difusión de la imagen coincidió con el primer día de protestas. Justamente, uno de los motivos de la huelga es denunciar el avance de la universidad privada, mientras la pública no tiene medios para ofertar las plazas que demandan las familias y el mercado.

La Comunidad hizo coincidir este día con el anuncio del pago de 22 millones de euros a las universidades para compensar la bajada de matrículas que acordaron las autonomías y el Gobierno central en 2020. Es una obligación legal, pero el Ejecutivo madrileño ha logrado que los medios hablen de una “ayuda directa”.

El consejero Viciana ha repetido estas semanas también que la izquierda emplea “un truco muy viejo” al unir financiación y número de alumnos, porque Madrid cuenta con “el 14% de la población de toda España, pero más del 20% de los universitarios“. En realidad, acoger alumnos de fuera es un gran negocio. La prueba es que Ayuso anunció en 2023 la bajada de un 85% de las tasas de matrícula a los latinoamericanos ―al nivel de los comunitarios― para que se produjese un “efecto llamada”. Aún no ha cumplido su compromiso.

La polémica se ha trasladado también al Ayuntamiento de Madrid, donde en el Pleno de este jueves el concejal de Más Madrid Eduardo Rubiño hizo una comparación que muchos plantean estos días. “Hay dinero para la Fórmula 1, para el máster de golf, para el fútbol americano, 6.000 millones en rebajas fiscales, pero evidentemente no hay para la universidad pública”.

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Sobre la firma

Elisa Silió
Es redactora especializada en educación desde 2013, y en los últimos tiempos se ha centrado en temas universitarios. Antes dedicó su tiempo a la información cultural en Babelia, con foco especial en la literatura infantil.
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