José Antonio Jainaga, el industrial que no da pasos en falso (y ahora quiere hacerse con Talgo)
El presidente del grupo siderúrgico vasco Sidinor, al que sus amigos califican como alguien muy fiable, lidera la ofensiva para entrar en el capital del fabricante de trenes tras la fallida opa del grupo húngaro Magyar Vagon
El nombre de José Antonio Jainaga ocupa gran parte de los titulares informativos desde que se ha hecho público que el presidente de Sidenor está dispuesto a comprar el fabricante de trenes Talgo. No va con él tanta notoriedad pública. Le incomoda que el foco de la atención esté centrado en él y no en la fábrica. Si hay dos cualidades que le distinguen, dicen quienes le conocen muy bien, estas son la discreción y su solvencia profesional. Alérgico a la sobreexposición pública, Jainaga campea este temporal sin perder el norte. Ante todo, este empresario vasco asegura que su principal preocupación consiste en liderar “empresas ganadoras”.
“Soy ingeniero industrial de formación y he desarrollado toda mi carrera profesional en la industria”. Esta es su carta de presentación. José Antonio Jainaga, nacido en Bilbao hace 70 años, es a su pesar el hombre de moda tras ponerse al frente de las negociaciones para hacerse con el control total o parcial de Talgo, para lo que cuenta con el respaldo de los gobiernos central y vasco y el acompañamiento de un equipo de inversores muy fieles. “Cuando Jose (como le conocen en confianza) se pone una meta es como Indurain; va a ganar al esprín, contra el crono o en un puerto de montaña”, afirma José María Bilbao, exbanquero y amigo íntimo desde la niñez: “Si emprende algo es porque lo ve claro y está convencido de ello. Es un tío tremendamente fiable”, añade.
Jainaga es el dueño de Sidenor desde 2016, la siderúrgica líder en la producción de aceros largos especiales con plantas en el País Vasco, Cantabria y Cataluña y delegaciones comerciales en Alemania, Francia, Italia y Reino Unido. Preside una compañía con 1.840 trabajadores que en 2023 facturó 938 millones (un 12,1% menos que un año antes), un resultado de explotación (ebitda) de 61 millones (-40,7%) y unos beneficios de 23 millones (en 2022 fueron 62). Es uno de los empresarios vascos más reputados, cuya trayectoria profesional se ha caracterizado por “no dar nunca pasos en falso”.
Con un expediente académico envidiable, en la Escuela de Ingenieros de Bilbao (UPV-EHU) era el compañero al que todos querían copiar en los exámenes porque “tenía la letra muy grande”, dice su amigo Bilbao. Comenzó a trabajar en la ingeniería Sener hasta que fichó por la multinacional francesa Michelin, donde estuvo 20 años y ocupó puestos de responsabilidad hasta llegar a la dirección general de la división de neumáticos para turismos de Europa y dirigir un equipo con más de 28.000 empleados a su cargo. En 1998 decidió volver a España. El empresario Sabino Arrieta, que entonces buscaba un talento para Sidenor, le fichó como director general cuando esta compañía atravesaba una difícil situación. Al cabo de pocos años, en 2005, pasó a ser el consejero delegado.
Sidenor cayó en manos de Gerdau en 2006 tras pagar 444 millones por la siderúrgica. Una década después, cuando el gigante brasileño decidió desprenderse de la firma, Jainaga dio un paso al frente y convenció a los vendedores con un proyecto empresarial “ganador” que le supuso el pago de 155 millones. Desde 2016 es el propietario de una de las compañías referenciales del País Vasco. “Cogió la empresa en un momento delicado. Como no hacen otros, José puso de lo suyo. Apostó por una empresa que no quería que se fuera al garete. Ahí demostró cómo es: un tío decidido a tirar para adelante, con las ideas muy claras y un olfato especial”, comenta Bilbao.
En 2019 emprendió una “aventura” en el ámbito inversor, dice su amigo, con la fundación de Mirai Investments, una sociedad con un modelo de negocio basado en “la adquisición de empresas excelentes pero con capacidad de mejora”. Siempre con el abrigo de un equipo incondicional, Jainaga ha aceptado también incorporar a sus hijos en esta estrategia expansiva de futuro (mirai en japonés). “En este momento tenemos 18 empresas, 15 de ellas de corte industrial. Y para finales de año, si las cosas van bien, estaremos en 22 empresas”, señaló Jainaga en un coloquio organizado en septiembre pasado por El Correo. Al empresario le gusta remarcar que todas las operaciones que aborda Mirai tienen un común denominador: “Nosotros apostamos por crecer en el sector industrial diversificando el riesgo, pero quedándonos en Euskadi, con el centro de decisión aquí y con ejecutivos de aquí. Esto nos está funcionando muy bien”.
Jainaga niega que Mirai sea un fondo de capital riesgo al uso. Califica a estos como instrumentos que tienen “mala imagen”, aunque admite que “juegan su papel en la economía”. “Los fondos de inversión pueden ser una solución para empresas que no tienen salida porque no encuentran sucesión o tiene problemas de financiación, de gestión... La duda es su compromiso a largo plazo y con el arraigo de la empresa. En cambio, nosotros [dice en alusión a Mirai] no tenemos el compromiso de reembolsar a nuestros inversores porque hay un pacto entre socios para quedarnos. Las empresas que hemos comprado fuera de Euskadi pasan a tener sus centros de decisión en Euskadi”. La financiación empresarial es importante en un proyecto empresarial, pero Jainaga suele repetir que en las compañías hay un recurso que es aún más fundamental: las personas. Da importancia al tamaño de las empresas, pero le preocupa sobre todo el “arraigo empresarial”.
También es un convencido de la necesidad de “avanzar a la máxima velocidad por el camino de la descarbonización”, expone Bilbao, que es también presidente de la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía (AEGE) desde 2021. Toda la energía eléctrica consumida por Sidenor en 2025, promete por escrito, “tendrá origen renovable”. “Aspiramos a ser el primer productor de aceros especiales de Europa en alcanzar las cero emisiones netas de CO2″, subraya en un mensaje corporativo.
Orígenes humildes
En la distancia corta, al propietario de Sidenor le definen como “una persona sin pliegues”. “Cuando te acoge, no te falla nunca”, dice su amigo Bilbao. Lleva con orgullo sus orígenes humildes, las estrecheces económicas que había en aquel pisito de Bilbao donde vivía con sus padres y su hermana. Es un ferviente seguidor del Athletic Club: “Soy del equipo a morir”. Estuvo a punto de dar el salto a la directiva del club vasco, pero aquello no prosperó. “Nunca fue bueno con el balón”, confía una persona de su entorno. Sidenor patrocina al Amorebieta de fútbol (un equipo de la antigua Segunda B) y el deseo de Jainaga es que un equipo vizcaíno llegue, junto a su Athletic, a lo más alto de las divisiones nacionales de fútbol, como sucede en Gipuzkoa con la Real Sociedad y el Eibar. Es aficionado a la ópera, socio de la Abao de Bilbao, y veranea en su casa de San Sebastián.
El hermetismo que rodea a su vida y a su actividad profesional ha saltado ahora por los aires cuando se ha conocido que puja fuerte por reflotar Talgo tras fracasar la opa millonaria que lanzó el grupo húngaro Magyar Vagon y paró en seco el Gobierno español por las conexiones con Rusia de este grupo inversor extranjero. Jainaga está dispuesto a darle a Talgo el músculo empresarial y financiero que necesita para conseguir que esta compañía —con 700 empleados en la planta de Rivabelosa Álava) y otros 500 en Las Matas (Madrid)— no pierda su personalidad vasca.
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