Jysk, la empresa de muebles del “tendero de Dinamarca”, acelera su expansión en España

Cuando en el verano de 2019 falleció Lars Larsen, el hombre más rico de Dinamarca, los medios de comunicación del país se llenaron de mensajes de condolencia. “Extrañaré su personalidad, orgullo y humildad. Mostró cómo hacer negocios en Dinamarca sin necesidad de paraísos fiscales y otros circos financieros”, decía un lector del periódico Ekstra Bladet. “Ha fallecido una persona extraordinariamente común y corriente. Un hombre con el que todos podemos identificarnos”, subrayaba otro. Muchos admitían haberlo conocido personalmente y valoraban su proximidad: “Me acerqué a saludarlo un día y parecía tan interesado en mí como yo en él”. La abrumadora mayoría, exceptuando algún comentario que le afeaba tacañería a la hora de pagar a sus empleados, trasladaban expresiones de gratitud hacia el que calificaban como “el tendero de Dinamarca”.

Nacido en Arnborg, Jutlandia Central, en 1948, Lars Kristinus Larsen y su esposa, Kristine Brunsborg, abrieron en 1979 una tienda de productos de descanso llamada Jysk Sengetøjslager. “El concepto era bastante simple: ofrecer grandes ofertas con un enfoque en camas y ropa de cama. Esto sigue siendo el núcleo de Jysk, aunque la gama de productos se ha ampliado”, contesta por correo electrónico una portavoz del grupo desde Silkeborg. Su éxito fue inmediato y pronto saltaron a otros países del norte de Europa, donde sus tiendas se popularizaron. Hoy son la base de un imperio que factura 45.000 millones de coronas danesas (unos 6.000 millones de euros), y emplea a 39.000 personas. Sus inversiones abarcan la renta fija y variable, las infraestructuras, el mercado inmobiliario o los coches de alta gama. Tienen un gran complejo vacacional, restaurantes y hoteles, y hasta una distribuidora de marcas danesas que vende productos de Bang & Olufsen.

El modelo familiar y empresarial está regido por “determinación, valor, fiabilidad, respeto y honestidad”, valores que trasladan los propios miembros de la familia a los directivos y mandos intermedios que viajan cada año a Brabrand, donde está la sede de la cadena, para recibir lecciones sobre la cultura corporativa. El grupo también se caracteriza por no recurrir a la deuda bancaria, una decisión que su fundador tomó tras vivir una mala experiencia con un préstamo. El peculiar sentido de los negocios de Larsen, obsesionado por ofrecer productos a precios bajos, lo desarrollan ahora sus dos hijos Mette y Jacob, este último presidente del grupo. No hay más inversores: sus dos descendientes y cuatro nietos tienen ahora el 100% de las acciones.

Con cien aperturas en los últimos cinco años, en España ha alcanzado las 150 tiendas y en Portugal las 28. Entre ambos países quieren llegar a las 380 a medio plazo. Ya emplean a 1.800 personas en la Península, “aunque seguro que a final de año serán más de 2.000″, sonríe Carlos Haba, responsable para España y Portugal de la marca. “Para cumplir el calendario de aperturas nos hemos propuesto abrir a un ritmo de 30 tiendas al año en la Península Ibérica”.

El espejo de Ikea

Entrar en una tienda Jysk guarda cierto parecido a hacerlo en un espacio de la sueca Ikea. El estilo, los nombres de los muebles —la silla Blokhus, el sofá cama Vejlby— el diseño de las etiquetas y la necesidad de montaje por cuenta del cliente recuerdan a la experiencia de compra en el gigante del logotipo amarillo y azul. “Que nos comparen con Ikea, que es uno de los mayores retailers del mundo y el mayor de nuestro sector, es positivo. Para nosotros es un ejemplo. Creo que nos parecemos en el diseño nórdico: las dos son empresas escandinavas. Pero más allá de eso tenemos pocas similitudes: nuestras tiendas son más pequeñas, no entramos en segmentos como la cocina. Tenemos, me atrevería a decir, una relación calidad-precio superior”, desarrolla Haba.

Sus ventas en la Península ascendían, según el último ejercicio auditado (2022-2023), a 215 millones, y el año pasado crecieron alrededor de un 30%. Globalmente, Jysk está en 48 Estados con una facturación próxima a 5.600 millones de euros, y tiene un ambicioso plan de expansión que incluye el continente africano, empezando por Marruecos. “Queremos tener una tienda cerca de todos nuestros clientes potenciales. Tienen una dimensión, incluido el almacén, de entre 1.300 y 1.400 metros cuadrados. Esto nos permite llegar a poblaciones más pequeñas, como Yecla, Soria o Torrent. Tenemos casi 35 tiendas en la Comunidad Valenciana, más de 20 en Andalucía, 10 en la Comunidad de Madrid”, abunda el ejecutivo. Una tienda en Helsinki tiene exactamente el mismo surtido de 3.000 referencias que, por ejemplo, otra en Nigrán (Pontevedra), excepto en el área de colchones, donde se adaptan a las peculiaridades de cada país.

En la Península acaban de invertir 25 millones para renovar o abrir establecimientos y han comprado unos terrenos en Almenara, al sur de Castellón, para construir un centro logístico que estará listo entre 2027 y 2028. “Nuestro objetivo es diseñar un surtido de productos necesarios que permita amueblar cualquier estancia en un hogar, interior y exterior, con una relación calidad precio indiscutible en cualquier mercado”, declara. “Esto implica ser muy exigentes en la cadena de producción y la validación de los productos”. También significa producir en lugares con costes laborales bajos, como China o Vietnam. “El surtido de colchones procede de la Península”, añade. El milimétrico control de costes que necesitan para ofrecer precios contenidos les hace ser muy sobrios en la contratación de personal, y buscan ubicaciones alejadas de ciudades demasiado caras para instalar sus oficinas y almacenes.

A nivel global, Jysk no se cansa de repetir que su ambición es seguir extendiéndose hasta alcanzar las 5.000 tiendas (tienen unas 3.400), “con buenas ofertas escandinavas para el hogar”. Justo lo que Lars Larsen habría querido.