Cristiano Ronaldo quiere vender vajillas en Asia

Puede que la venta de vajillas no dispare la fortuna de Cristiano Ronaldo, pero es probable que le dé menos disgustos que los criptoactivos. El futbolista ha entrado en el negocio de la porcelana de diseño de la mano de una histórica firma portuguesa, Vista Alegre, justo cuando se cumplen 200 años de su fundación, según el acuerdo anunciado hace unas semanas. El futbolista del club saudí Al Nassr ha adquirido el 10% de la empresa lusa y el 30% de su filial española. La colaboración empresarial contempla, además, la creación de una sociedad, participada al 50%, para expandirse por el mercado asiático, aprovechando el tirón de Cristiano Ronaldo en todo el mundo.

Vista Alegre, con su proceso artesanal y su diseño artístico, está en las antípodas del mundo líquido y virtual de Binance, la mayor bolsa de criptomonedas del mundo, que en 2022 se asoció al futbolista para lanzar una colección de NFT (non-fungible tokens), una clase de criptoactivos relacionados con la estrella. Desde entonces han comercializado ya cuatro colecciones inspiradas en la biografía de CR7. Uno de los ganchos para estimular la compra es la posibilidad de tener un encuentro personal con Ronaldo, que promociona con frecuencia a Binance en sus redes sociales a pesar de haber sido demandado por un grupo de inversores que sufrieron pérdidas. En la demanda presentada en un juzgado de Florida a finales de 2023, se señala que el futbolista “promovió, asistió y/o participó activamente en la oferta y venta de valores no registrados en coordinación con Binance”. Los tres promotores de la demanda, que está abierta a otros damnificados, reclaman a Ronaldo más de 1.000 millones de dólares.

Tampoco todas sus inversiones en el sector inmobiliario han discurrido bien. En 2022 vendió el piso que había comprado en la Torre Trump, en la Quinta Avenida de Nueva York, muy por debajo de lo que había pagado. El futbolista había adquirido un apartamento de 762 metros cuadrados por 18,5 millones de dólares en 2015 y decidió deshacerse de él cuatro años más tarde. No le resultó fácil, entre otras razones por la pandemia, y solo logró venderlo tras sucesivas rebajas en el precio hasta llegar a los 11,32 millones de dólares.

Además, su proyecto para crear un complejo de apartamentos de lujo en Praia Formosa en Funchal, la capital de la isla de Madeira donde nació, está cuestionado por su impacto ambiental y bajo sospecha de corrupción. Asociado al Grupo Pestana, con el que explota varios hoteles en Portugal, España, Marruecos y Estados Unidos, el proyecto contempla la construcción de 89 apartamentos a 250 metros de la que está considerada la última playa virgen de Funchal. En su página web, todas las viviendas se presentan como reservadas excepto cuatro de ellas, con precios que oscilan entre 855.000 y 1,19 millones de euros.

Investigación de la Fiscalía

La tramitación de este proyecto urbanístico, en una zona con protección ambiental, ha contado con diversas anomalías y es una de las operaciones investigadas por la Fiscalía, que el pasado enero imputó al presidente del Gobierno regional de Madeira, Miguel Albuquerque (Partido Socialdemócrata, centro derecha), y detuvo a tres personas por sospechas de corrupción. La investigación sigue abierta.

Nada, en cualquier caso, que amenace la fortuna de Cristiano Ronaldo. Este año, la revista Forbes lo declaró como el atleta mejor pagado del mundo con 260 millones de dólares de ingresos anuales. De ellos, recibe 200 por jugar en la liga saudí y 60 por sus negocios fuera del campo, donde tiene inversiones tan diversas como gimnasios, agua embotellada o trasplantes capilares. A finales de 2023, desembarcó en el negocio mediático en Portugal junto a un grupo de inversores, que adquirieron el grupo Cofina, ahora rebautizado Medialivre. El jugador se ha convertido en el principal accionista individual de la empresa, que cuenta con canales de televisión, el Jornal de Negocios o el diario Correio da Manhã, que en el pasado se distinguió por dar grandes sobresaltos a Ronaldo. Fue la cabecera que destapó la obra ilegal en el ático que compró junto al parque Eduardo VII y que acabaría derribando por imposición del Ayuntamiento de Lisboa.

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