Audax sobrevive al armagedón de las renovables en Bolsa: estás son las claves de su resiliencia
Las acciones de la compañía suben un 40% en lo que va de año. Logra sus mejores resultados en medio de la crisis de la industria y pese a ingresar menos
Los titulares asustan: burbuja en el sector de las renovables, caídas de valor, despidos. Los precios esquizofrénicos del sector eléctrico han arrastrado a algunas empresas al fango de la Bolsa y, en los casos más graves, están haciendo peligrar modelos de negocio completos. La cotizada Audax, sin embargo, está consiguiendo incrementar su beneficio pese a que factura menos. De hecho, firmó un primer trimestre histórico: ingresando un 31% menos que el año anterior ganó un 607% más (17 millones). Tras multiplicar por cuatro su beneficio en 2023, en Bolsa se dispara un 40% en lo que va de año.
Lo primero que explica Óscar Santos, su director general, en una conversación por videoconferencia sobre la compañía es que, como nos enseñan las fábulas infantiles, las apariencias engañan: los precios de la luz, que determinan lo que ingresa su grupo, 2.293 millones en el último ejercicio completo, no definen su negocio realmente. “Lo importante es la energía que suministramos, porque nuestro margen es una comisión fija por cada megavatio que vendemos”, avanza. Si el precio de la energía sube o baja no les afecta (relativamente) porque se lo trasladan al consumidor. En cambio, Audax gana más si aumenta la cantidad de energía que consumen sus clientes, y estos han pasado de demandar cuatro teravatios/hora a cinco en el arranque de este año.
Pero lo anterior solo explica una pequeña parte de lo que les sucede. Audax presume de ser una empresa verticalmente integrada. Es decir, genera su propia energía en plantas eólicas o solares y la distribuye en unos 363.000 puntos de suministro en siete países para cerca de 400.000 clientes. Sus mayores mercados están en la península Ibérica, junto a Países Bajos y Hungría.
Realmente la española genera mucha menos energía de la que necesita, así que el grueso de la misma la tiene que comprar a terceros o en el mercado diario. Como todas las comercializadoras, tiene que cubrir el desfase que va desde que suministra y paga la energía hasta que, a fin de mes, cobra al cliente. Cuando los precios del megavatio se dispararon, en 2021 y 2022, Audax (y todas las comercializadoras) se encontró en un grave aprieto, porque su consumo de caja se disparó para adelantar esas facturas. “Mi equipo se dedicó a pensar cómo solucionar los problemas. Nos dimos cuenta de que teníamos que rehacer todas nuestras políticas internas. Durante todo 2022 estuvimos negociando con Shell un acuerdo”.
El pacto cristalizó y, gracias a él, la petrolera se comprometió a pagar por adelantado la energía que necesita Audax a cambio de una comisión. “Cambiamos la forma de operar. Ahora cuando vamos al mercado, donde la volatilidad para cerrar una posición es enorme, ya no tenemos que preocuparnos por la caja”, analiza el ejecutivo. “De este modo podemos seguir creciendo y mejorando los márgenes, y la comisión de Shell es una pequeña parte de la factura”.
Pero hay más ingredientes en el cóctel de la catalana controlada por el empresario José Elías (Ezentis, congelados La Sirena). “Nosotros nos diferenciamos en la atención al cliente”, sentencia el directivo. “Sé que esto lo dice todo el mundo, pero hacerlo no es fácil”. Como ejemplo se va a Países Bajos, donde, cuando un cliente llama a la compañía, no salta el típico contestador automático sino que contesta una persona. Otro ejemplo viene del sector inmobiliario. Grandes tenedores de vivienda en alquiler tienen contratado el suministro con ellos, y han desarrollado una herramienta para facilitar altas y bajas de contratos, cambios de titularidad, etcétera, para que sea más fácil la gestión. Lo que funciona en un país se intenta llevar al resto bajo una premisa: “Que el cliente vea que tu preocupación es conseguir que reduzca su factura eléctrica”.
La pregunta obvia es qué interés tendría una compañía de hacer que sus clientes consuman menos cuando su beneficio procede de que consuman más. Ahí el directivo echa mano del ejemplo de Kodak, que en 1975 inventó la primera cámara digital del mundo y que inmediatamente arrinconó el hallazgo porque su negocio estaba en la impresión de fotografías. “El mercado será otro en 2035 y podemos tratar de evitarlo o sumarnos y ver cómo seremos en ese año”. Vaticina que muchas de las compañías que operan hoy desaparecerán y que los gigantes actuales quizá no lo sean tanto.
Mientras el futuro llega, tendrán que lidiar con un presente cada vez más exigente. Los últimos resultados han sido bien valorados por los analistas. En el último informe de Lighthouse creen que las cuentas “confirman que las medidas de eficiencia tomadas en ejercicios anteriores, el foco en el cliente empresarial y la mejor estimación de la demanda y del consumo están dando resultados”. Los inversores se preguntan si ese crecimiento se repetirá. “Lo único que puedo decir es que en 2026 llegaremos a 115 millones de ebitda. Estamos analizando el mercado para hacer compras inorgánicas en generación y comercialización para seguir integrándonos verticalmente y hacerlo sin aumentar el endeudamiento”, abunda el directivo. La empresa tiene previsto que su beneficio neto supere los 20 millones cada año hasta 2026 y ha anunciado que dedicará 15 millones al pago de dividendos.
Menos deuda
La deuda es una de sus bestias negras. “Tengo mucha aversión al riesgo”, confiesa Santos, que además de haber trabajado en el sector financiero dirigió la salida a Bolsa de Aspy, una empresa de prevención de riesgos. A principios de año, en una operación compleja, la compañía convirtió una parte de su deuda en capital y ha logrado reducirla al equivalente a 2,7 veces ebitda (en 2022 estaba en un peligroso ratio de 6,8 veces). Además de sacarse de encima 106 millones de préstamos en 2023, se han desprendido de buena parte de la presión de los inversores en corto, que en enero tenían posiciones sobre el 6% del capital y ahora suman un 2%. De lo que no se han librado, por el momento, es de la multa impuesta por la CNMC de 9,2 millones en 2022 por “llevar a cabo actos de engaño y confusión” para robar clientes a sus rivales, una práctica que se desarrollaría entre 2018 y 2021. “No fue así, y conseguimos que la Audiencia Nacional suspendiese [de manera cautelar] el pago”, responde Santos.
En suma, resume Santos, “vienen años muy interesantes”, con precios de la energía que en España, augura, serán bajos al calor del boom renovable. Aunque quizá no tan bajos como querría el presidente de Audax, José Elías, que hace un par de semanas decía en una conferencia que “la energía en España debería ser como Netflix, gratis o casi gratis”. Sea como fuere, ambos creen que España tiene por delante una oportunidad gigantesca de ofrecer precios bajos para captar grandes clientes, como nuevas industrias. “Una oportunidad histórica”, dicen, también para las empresas.
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