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Productividad
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

España y su baja productividad

El problema se ve agravado, pero solo agravado, por el mayor peso de los sectores más tradicionales

Negocios 25/02/24
Maravillas Delgado

El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia y los fondos Next Generation EU persiguen el doble objetivo de acelerar, a corto plazo, la recuperación económica y social tras la covid-19 e incrementar, a medio y largo plazo, la capacidad de crecimiento de la economía. Descansan en dos instrumentos: inversión y reformas, y dos campos preferentes de actuación: digitalización y cambio climático. El leitmotiv que subyace a la gran mayoría de sus propuestas es la mejora decidida de la productividad en España, uno de los países desarrollados con peor comportamiento en esta variable desde hace décadas.

Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) fueron identificadas desde la década de los ochenta como el motor del crecimiento de la productividad. Sin embargo, desde principios del siglo XXI comenzaron a aparecer síntomas de agotamiento. Pronto hubo acuerdo en que los cambios introducidos por las TIC eran tan disruptivos que sus enormes ventajas no podrían aprovecharse si no iban acompañadas de inversiones adicionales, fundamentalmente en activos intangibles. Especialmente importantes son las inversiones en tres de ellos ya reconocidos por la contabilidad nacional: I+D, software y otros activos ligados a la propiedad intelectual, así como en cuatro más que añade la literatura reciente: diseño, imagen de marca, formación de los trabajadores a cargo de la empresa y mejora en el funcionamiento de las organizaciones. Habitualmente se achaca a la especialización productiva el mal comportamiento de la productividad. La OCDE destaca la importancia de la digitalización y sugiere abordar el problema clasificando los sectores en tres grupos según su relación con las TIC: 1. Productores; 2. Intensivos en su uso; y 3. Menos intensivos en su uso. En los tres grupos conviven sectores manufactureros y de servicios.

La información disponible para 11 países de la UE, EE UU y el Reino Unido permite analizar el papel de la digitalización desde esta doble perspectiva: la inversión realizada en TIC e intangibles, en combinación con la especialización en las tres categorías mencionadas. De la reciente publicación Observatorio de productividad y competitividad de la Fundación BBVA y el Ivie se pueden obtener las siguientes conclusiones. Primera, en todos los países la productividad del trabajo, tanto en niveles como en tasas de crecimiento, es significativamente mayor en el sector productor de TIC, seguido por el intensivo en su uso, y, en última posición, el menos intensivo. Segunda, el sector productor TIC es también el que más invierte en activos intangibles, seguido por el más intensivo en el uso de las TIC. Tercera, en el sector productor de TIC el progreso técnico es, en todos los países sin excepción, la principal fuente de crecimiento del valor agregado bruto (VAB), seguido en la mayoría de ellos por el capital intangible. Por su parte, los sectores menos intensivos en TIC son los que menos crecen, tanto en términos de VAB como de productividad.

En lo que se refiere a España, los resultados son desoladores, aunque no sorprendentes. Primero, España es, entre los países analizados, el que presenta menor peso del sector productor de TIC en el VAB (5,2% frente al 10,5% de EE UU). Por el contrario, es el país, junto con Finlandia, con mayor peso de los sectores menos intensivos. Segundo, España es el país que, tras Italia, ha experimentado las menores tasas de crecimiento de la productividad del trabajo. Tercero, es también el país que destina una menor proporción de la inversión a intangibles. Cuarto, el crecimiento en España se ha basado en el esfuerzo —en el capital tangible y el trabajo— y no en el progreso técnico. Este mal resultado se debe, en gran medida, a la muy negativa contribución del sector menos intensivo en el uso de las TIC.

En definitiva, España presenta un problema serio de productividad tanto en el total como en cada una de las tres agregaciones. Este se ve agravado, pero solo agravado, por el mayor peso de los sectores más tradicionales, que son los que menos han sabido aprovechar las ventajas de la digitalización. A ello no es ajena la escasa inversión en intangibles, especialmente en I+D y en capital gerencial, activos claves para el crecimiento de la productividad.

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