La crisis política italiana también es una amenaza para el euro
La dimisión de Mario Draghi al frente del país transalpino llega en un mal momento para la geopolítica europea
La última crisis política de Italia llega en un pésimo momento. El primer ministro Mario Draghi, anteriormente al timón del Banco Central Europeo, presentó su dimisión el pasado jueves tras quedarse sin el respaldo de un aliado clave en su Gobierno de unidad nacional. Quizá a Draghi le cueste mucho formar un gabinete alternativo, lo que allana el camino a la probable victoria de un Ejecutivo menos favorable al euro en medio de una espiral de crisis del gas provocada por la invasión rusa de Ucrania. Son malas noticias para Italia y para el euro.
Draghi accedió al cargo de primer ministro en febrero de 2020 para hacer frente a la emergencia de la pandemia. Su decisión de dimitir se produce tras un enfrentamiento abierto con el antisistema Movimiento 5 Estrellas, que no apoyó su plan para combatir el aumento del coste de la vida. El presidente italiano, Sergio Mattarella, que tiene el poder de disolver el Parlamento, rechazó la dimisión de Draghi, instándole en cambio a evaluar la próxima semana si se puede formar una nueva mayoría.
Un nuevo Gobierno con Draghi al frente sigue siendo posible, además de deseable. Italia se enfrenta a la amenaza de tener que racionar la energía este invierno si Rusia no reanuda su exportación regular de gas, una medida que seguramente desencadenaría una recesión. Mantener al experimentado economista al mando en una situación tan crítica aseguraría a los inversores que la ya abultada deuda soberana de Italia, equivalente al 151% del PIB, no se descontrolaría. Draghi también podría impulsar la ley presupuestaria anual y asegurar el desbloqueo de los tan necesarios fondos de la Unión Europea para la pandemia.
Pero un nuevo Gobierno de Draghi estaría muy debilitado y en riesgo de sufrir constantes golpes por parte de otros miembros de su amplia coalición. A pocos meses del final de la legislatura, a mediados de 2023, el ex banquero central no podría impulsar ninguna reforma importante.
Desconfianza
A pesar de las presiones de Mattarella, la formación de una nueva mayoría parece difícil. Los partidos de extrema derecha Hermanos de Italia y la Liga podrían aprovechar la ocasión para impulsar unas elecciones anticipadas en septiembre, dado que los sondeos de opinión apuntan a que ganarían conjuntamente. Ambas fuerzas políticas han criticado a la Unión Europea e incluso han insinuado abandonar la moneda única. Aunque sus líderes han rebajado recientemente su retórica contra el euro, los inversores seguirían desconfiando.
Sin la protección de Draghi, la deuda italiana, ya presionada por el aumento de las rentabilidades, corre el riesgo de ser más difícil de financiar. El BCE tendría dificultades para justificar un intento de calmar las turbulencias causadas por las disputas políticas internas. Eso no ayudaría al euro, que ya se está debilitando.
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